Jesús exhortó a sus discípulos a manifestar su amor guardando sus mandamientos. Cuán bueno es cuando podemos cumplir con aquello obedeciéndolo.
“Si me amáis, guardad mis mandamientos.” Juan 14:15.

Yo tenía diez años de edad y mi madre arreglaba el pelo de mi hermana menor. No me acuerdo de las circunstancias que me llevó a abrazar a mi mamá y decirle con fervor, “¡Mami, te amo!” No esperaba respuesta de ella, sólo quería expresar mi sentir para con ella. Sin embargo, me dijo, “bien, si me amas, que esto se vea en tu comportamiento”. Jamás me he olvidado de su dicho. El amor verdadero no se ve solamente en lo dicho, sino también en lo hecho.

Jesús estuvo por partir de este mundo cuando amonestó a los suyos a dar evidencia de su amor para con Él obedeciendo sus mandamientos. Los discípulos estaban acongojados al saber la noticia que pronto moriría Jesús. La tristeza de ellos indicaba cuán profundamente sentían su anticipada ausencia. El Señor les pide que practiquen el verdadero amor en su trato mutuo entre ellos y también guarden sus mandamientos. Estos incluían la preocupación por el bienestar de otros. El amor suple la necesidad de otro. El verdadero amor se ve en guiar al prójimo para que camine en la senda de justicia. El amor es más que besos y lágrimas. Es más que palabras bellas o toques de cariño. El amor verdadero es conocido en acción como lo fue en Dios. “De tal manera amó Dios al mundo que dio a su Hijo Unigénito” Juan 3:16. Dios amó y puso su amor por obra, “dio a su Hijo”. De Jesucristo leemos que “amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella” Efesios 5:25. El amor de Cristo por Iglesia tuvo un alto costo. Fue un verdadero amor.

Donaldo Kazen trabajaba como remolcador en el estado de Washington. Una noche recogió a un motociclista y su máquina averiada. Al ver al joven con chaqueta de cuero negro, preguntó por una calcomanía pegada en el brazo. “JESÚS TE AMA”. Donaldo preguntó cómo sabía aquello. “Hombre”, explotó el joven, “Jesús murió en la cruz para salvarle. ¿Qué más quiere?” Todos reconocemos el verdadero amor que hubo en Cristo para dar su vida a fin de rescatarnos y darnos vida eterna. Mi madre falleció en el año 1975 pero pienso en su amor para conmigo. Por cierto me trajo a este mundo pero especialmente pienso en una noche el 15 de Febrero, 1942, cuando con su Biblia en mano, me habló del amor de Dios para conmigo y me convertí. El verdadero amor ablanda al corazón, y agudiza el sentir de gratitud. En Dios lo tenemos y Él desea verlo reflejado en nosotros. Así sea. –daj

Lectura Diaria:
2 Cronicas 23-24 [leer]
/Ezequiel 41 [leer]
/Juan 18:1-27 [leer]