El profeta Elías, después de una gran victoria experimentó un colapso. Su fe se debilitó profundamente, ¿Qué le sucedió? Tuvo temor y una sensación de futilidad. Sin embargo cuando su fe en Dios se debilitaba, fue fortalecido para seguir sirviendo.

“Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras” Santiago 5:17

El profeta Elías ocupa un lugar de privilegio en la Biblia. Hay referencias a él en los dos Testamentos. Nada sabemos de sus años de infancia o adolescencia. Aparece en la Biblia en 1 Reyes 17:1 entregando una noticia alarmante al rey de Israel, Acab: “no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra.” Más de dos años iban a transcurrir durante los cuales el país sufriría las consecuencias de una sequía prolongada. Después de entregar el mensaje a Acab, Jehová le dijo que se retirara a un escondite cerca del arroyo Querit, al oriente del río Jordán. Allí fue maravillosamente alimentado por cuervos enviados por Jehová que “le traían pan y carne por la mañana, y pan y carne por la tarde; y bebía del arroyo” (v. 6). Cuando se secó el arroyo, Dios le mandó a la ciudad de Sarepta donde una mujer viuda le mantuvo pese a sus escasos recursos (ver detalles en 1 Reyes 17).

Israel en tanto sufrió las consecuencias de haber practicado la idolatría y de haber ignorado a Dios. Pese a todo, la sequía termina por la misericordia de Dios (Habacuc 3:2). Elías es enviado a desafiar a Acab y concerta un acto público para dilucidar quién es el Dios verdadero, si Baal el ídolo o Jehová de los ejércitos. 1 Reyes 18 contiene los detalles de la clara derrota sufrida por los falsos profetas de Baal, y la victoria singular de Jehová, Dios Poderoso y verdadero. Lo que ocurre, sin embargo, es que la reina Jezabel se enfurece y amenaza con matar a Elías. Inexplicablemente el profeta de Dios súbitamente huye.

Elías acaba de tener una gran victoria en nombre de Dios, pero cae en una profunda depresión y huye hacia el desierto. El relato es categórico: “Y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres” (1 Reyes 19:4). ¿Qué ha pasado?

Tal vez el lector esté pasando por momentos difíciles. En el pasado lejano o reciente puede haber tenido fuerza y convicción de parte de Dios en su vida pero ahora las cosas son de otra manera. ¿Qué hará? Notemos que el Señor permitió que Elías descansara y se repusiera, y luego hablará con él. De este encuentro extraeremos enseñanza de provecho para nosotros en este tiempo. No obstante, a veces se hace necesario parar y descansar, irse al desierto y entrar en una cueva para escuchar lo que el Señor tiene que decirnos. daj/rc

 

Lectura Diaria:
Deuteronomio 4 [leer]
/Eclesiastés 5-6 [leer]
/Lucas 7:30-50 [leer]