“El Altísimo… tu habitación” Salmo 91:9

Cada uno de nosotros va a su casa sin aviso. No es necesario arreglarse para eso, muy por el contrario. Por otro lado, cuando vamos de visita a algún lado, terminamos y volvemos a nuestra casa pues ya no hay más que hacer. El trabajo, la necesidad, algún trámite inevitable nos lleva a veces a otro lugar, pero el corazón nos trae de vuelta al hogar.

Bendito aquel cuyos pensamientos se elevan hacia Dios, no de manera azarosa como el marino en medio de una tormenta que afortunadamente recala en una playa inesperada. No por miedo o necesidad forzosa, no por obligación, sino porque Dios está en su habitación y en su morada. Libres de otras ataduras, los pensamientos vuelven al hogar buscando reposo.

En Dios el justo encuentra el amor que acoge, que da la bienvenida. Ahí está el lugar soleado. La ansiedad se retira y la prueba es olvidada. Ahí se expresa la gloriosa libertad, la feliz calma, el descanso y nuestra fuerza es renovada. En casa con Dios.

Mark Guy Pearse/rc

Lectura Diaria:
2 Cronicas 25 [leer]
/Ezequiel 42 [leer]
/Juan 18:28-19:16 [leer]