“Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre venía a este mundo” Juan 1:9

Nadie puede quedar indiferente a un encuentro con Jesús. Lamentablemente en la Biblia no todos los que tuvieron contacto directo con él recibieron bendición. Veamos brevemente los siguientes casos:

Natanael: “Un verdadero israelita en quien no hay engaño”, dijo de él el mismo Señor (Juan 1:47). Lo cierto es que al tener un destello del poder y del conocimiento de Jesús, reconoce que este verdaderamente es el Hijo de Dios y el rey de Israel (Juan 1:49). Asombrado y admirado por lo que ha visto, después de su encuentro con Jesús se va bendecido.

Nicodemo: Acude a Jesús de noche, y deja en evidencia que conoce la Escritura solamente de manera teórica (Juan 3). Al verse confrontado con la necesidad de nacer de nuevo, expresa sus dudas y del Señor mismo recibe la revelación del amor de Dios para el mundo. Por este amor Dios da a su hijo y todo aquel que en él cree tiene vida eterna. Maravillado por lo que ha oído, después de su encuentro con Jesús se va bendecido.

La mujer samaritana: Acude a sacar agua de un pozo al mediodía y se encuentra con Jesús (Juan 4).  Después de una serie de preguntas y respuestas se ve expuesta delante de Dios y reconoce que Jesús es el Mesías. Va a la ciudad y testifica delante de los hombres que ha encontrado a uno que la conoce. Sorprendida  y reconfortada, después de su encuentro con Jesús se va bendecida y con su sed espiritual saciada.

El joven rico: Un hombre excepcional, interesado en las cosas de Dios y en la vida eterna, y además respetuoso con el Señor (Marcos 10:17). Parece buscar la verdad, pero confía demasiado en sus propios méritos. Cree que puede ganarse la vida eterna por lo que hace. Al ser requerido por el Señor a bajar del primer lugar las cosas materiales y privilegiar las espirituales se aflige, Le interesan demasiado los bienes de este mundo (Marcos 10:22). Contrariado, después de su encuentro con Jesús se va triste.

Poncio Pilato: Se encuentra con Jesús a quien los judíos llevan para acusarle y condenarle. Le mira y trata con desdén y crueldad. Su inesperado encuentro con el Hijo de Dios le produce inquietud y desasosiego. Quiere liberarlo pero teme a los judíos. Además está en riesgo su carrera política así que decide dejar que las cosas se le compliquen lo menos posible y se desentiende lavándose las manos (Mateo 27:24). Asustado, entrega a Jesús para ser crucificado. Después de su encuentro con Jesús deja la escena confundido y lleno de dudas.

Hemos visto brevemente cinco personajes que tuvieron un encuentro personal con Cristo. Tres de ellos se van bendecidos y dos de ellos no. Tres de ellos cambian su vida para bendición eterna. Dos de ellos para vergüenza y perdición ¡Qué lamentable dejar a Cristo e irse triste! Dejar a aquel que vino a vivificar y a salvar sin recibir su amor ni sus bendiciones. ¿Cómo queda el lector después de escuchar acerca del amor del Señor?, ¿contento?, ¿bendecido?. Deje de lado lo que ocupa sus intereses y reciba la bendición de la vida eterna y la salvación de parte del Señor Jesucristo, quien murió en la cruz para salvarle. Crea en él y recibirá la vida eterna. rc

Lectura Diaria:
Jueces 19 [leer]
/Isaías 37:8-38 [leer]
/1 Corintios 15:1-34 [leer]