En el cielo Dios escucha las oraciones de los habitantes de la tierra, no importa el color de su piel, el idioma que usen o si son hijos de Él o no. Dios quiere escuchar la voz de todos.

“El, (Cornelio), mirándole fijamente, y atemorizado, dijo: ¿Qué es, Señor? Y le dijo: Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios.” Hechos 10:4

Algunos han preguntado, ¿acaso Dios escucha la oración de los inconversos? Si las escucha, ¿hace algo al respecto? Buscando evidencia de ello en la Biblia, la respuesta es que sí. Dios escucha todo, aún las oraciones de los inconversos. Un buen ejemplo de eso es él de Cornelio, el centurión y líder de la compañía militar, la Italiana en Cesarea, Hechos 10. Un ángel visitó a Cornelio y le informó: “Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios” Hechos 10.4. Del ángel enviado del cielo Cornelio no escuchó el evangelio, sino fue instruido a mandar a buscar a Pedro el apóstol, de quien escucharía como ser salvo. Dios sabía de las palabras de Cornelio (en sus oraciones) y sabía de sus actividades (limosnas) y que el hombre era sincero y buscaba la verdad.

En la dedicación del templo, Salomón dijo a Dios: “tú oirás desde los cielos, desde el lugar de tu morada, y harás conforme a todas las cosas por las cuales hubiere clamado a ti el extranjero; para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu nombre, y te teman así como tu pueblo Israel, y sepan que tu nombre es invocado sobre esta casa que yo he edificado” 2 Crónicas 6:33. Ningún inconverso es instruido a pedir fe para creer. Ejercer fe está al alcance de todos, y Salomón anticipa que los extraños al pueblo de Israel llegarían a saber algo de Dios, y tendrían la seguridad de que Dios respondería a la fe de ellos. ¿Acaso Salomón animaría a la Reina de Sabá a buscar a Dios? Si una persona inconversa escucha acerca de Dios y ejercita su fe, será escuchada. En realidad todos somos “inconversos” antes de acercarnos a Dios. Al escuchar los términos del evangelio y reconocer nuestra necesidad de un Salvador, en nuestra condición de inconverso, expresamos nuestra aceptación de Jesucristo como tal. ¡Y Dios responde!

En Lucas 7, tenemos el caso del centurión en Capernaum, y el Señor comentó sobre la fe de él, que era mayor la que había encontrado entre los judíos. “Al oír esto, Jesús se maravilló de él, y volviéndose, dijo a la gente que le seguía: Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe” Lucas 7:9. El malhechor en la cruz era inconverso y dijo a Jesús, “acuérdate de mí, cuando vengas en tu reino”. Recibió en seguida la promesa que aquel mismo día estaría con Jesús en el paraíso. Juan Paez, un joven chileno, clamaba a Dios pues quería conocer la verdad. El Señor escuchó su ruego e hizo que en un packing de frutas le pusieran a trabajar al lado de Daniel, un creyente. Daniel le testificó y le trajo a las reuniones. Pronto Juan creyó en Cristo como en su Salvador. Dios escuchó a Juan y respondió. En estos días hay personas que luego de escuchar el evangelio, se convierten. Por otro lado, hay otros incluyendo hijos de creyentes que no responden a la verdad a pesar de haberla escuchado toda su vida. Jesús dijo: “He aquí hay postreros que serán primeros, y primeros que serán postreros” Lucas 13:30. “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra” Salmo 46:10. –DAJ

Lectura Diaria:
1Reyes 1 [leer]
/Jeremías 9 [leer]
/Efesios 3 [leer]