Se ha contado la historia de un niño de África de poca edad quien no tenía a nadie para cuidarle. Su situación afectó a un matrimonio de misioneros. Ellos decidieron llevarle a su casa para protegerle hasta que alguien de su tribu pudiera hacerse cargo de él. La historia trata de lo que pasó cuando fue llevado por primera vez a sentarse en la mesa para comer.

 

Bendice, alma mía, a Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios.” Salmo 103:2.

 

Millones de personas reconocen que cada vez que se sientan a la mesa para comer, previo a tomar el primer bocado, es su deber agradecer a Dios. Los misioneros que recibieron al niño africano también practicaban lo mismo. El caballero explicó al niño que siempre daban gracias a Dios por los alimentos. No entendió nada de eso y cuando el misionero comenzó a dirigirse a Dios, el niño miraba por todos lados para ver a quien hablaba. Pronto recibió una “explicación” cuando escuchó al varón decir algo acerca de Dios quien estaba en el cielo. Por lo menos el niño quedó con la impresión acerca de la persona a quien el caballero se dirigía, era digno de recibir las gracias.

 

David el salmista es el autor de las palabras, “Bendice, alma mía, a Jehová, Y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios” Salmo 103:2. Por naturaleza el ser humano es olvidadizo y egoísta. No se va a mejorar, pues Pablo escribió: “también debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, INGRATOS, impíos” 2 Timoteo 3:1-2. Con el aumento de incredulidad en el mundo, hay menos conciencia de estar agradecido. Dios es el gran Benefactor, pero millones no le dirigen ninguna palabra de gratitud.

 

Los cuidados de Dios son tan numerosos que nadie es capaz de enumerarlos. No todos los beneficios son cosas tangibles como una casa en que vivir o alimento para ingerir. Hay también beneficios espirituales como algunos mencionados en los versos 3-4, “Él es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias; El que rescata del hoyo tu vida, El que te corona de favores y misericordias”. A través del Señor Jesús estas bendiciones nos llegan. La salvación es una de estas bendiciones y en el evangelio Jesús es presentado como el objeto de nuestra fe para obtener esta bendición. Jesús “fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación” Romanos 4:25. ¿Está agradecido Ud.? ¿Escuchará Dios hoy día la voz suya expresando gratitud por el Salvador Jesús Cristo? Así sea. –daj

Lectura Diaria:
Josué 18-19 [leer]
/Isaías 13 [leer]
/1 Tesalonicenses 4 [leer]