Pedro, Jacobo y Juan su hermano fueron muy privilegiados cuando Jesús “los llevó aparte a un monte alto” Mateo 17:2. Tuvieron una experiencia tan excepcional con el Señor que Pedro la mencionó cuando escribió de ella años después. “Nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo” 2 Pedro 1:18. Fue una experiencia excepcional.

 

Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz” Marcos 9:2.

 

¿Qué habrían sentido los discípulos cuando descendieron del monte de la transfiguración? Después de haber estado en las alturas con el Señor, luego llegan al valle. ¿Cómo se sentirían? Hoy hay discípulos del Señor Jesús que dedican tiempo para meditar sobre las inescrutables bellezas de su Salvador. Es como tener una experiencia enternecedora arriba en el monte con Él. Pero luego tienen que descender al valle donde hay mucha gente necesitada. El tiempo en el monte con Cristo nos prepara para hablar de Él en el valle. Es un gran desafío vivir para Cristo cuando hay deseos de estar con Él y al mismo tiempo hay que trabajar y estar en contacto con un mundo tan contaminado por el pecado.

 

A veces el Señor nos lleva a experimentar el aire rarificado arriba en la montaña. Parece que quiere que nos oxigenemos para enfrentar la polución abajo en el valle. De todas maneras, el tiempo pasado en su presencia nos fortalece y nos prepara para servirle. Algo sabía de esto David y en su lindo cántico en 2 Samuel 22:34, dice: “Quien hace mis pies como de ciervas, Y me hace estar firme sobre mis alturas.” ¿Se fijó en que David dijo “MIS ALTURAS”? Cada uno tiene su altura, quizás diferente a las que tienen otros, pero lo importante es que el Señor se preocupa de que nuestros pies estén firmes, aún en las alturas. David repitió el mismo sentimiento en el Salmo 18:33. Como se indica al comienzo del Salmo, las palabras fueron dirigidas a Jehová para celebrar su libertad “de mano de todos sus enemigos, y de mano de Saúl. Entonces dijo: Te amo, oh Jehová, fortaleza mía” Salmo 18:1. Reconoció que la victoria fue porque Jehová le hizo estar firme. Salmo 18:33 “Quien hace mis pies como de ciervas, Y me hace estar firme sobre mis alturas.”

 

Cuando el profeta Habacuc usó la misma expresión, vino al final de una canción que compuso para que la gente reconociera a Dios. A pesar de todos los reveses que el profeta podría sufrir, dijo: “Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación” Habacuc 3:18. Enseguida alaba el profeta a Jehová: “Jehová el Señor es mi fortaleza, El cual hace mis pies como de ciervas, Y en mis alturas me hace andar” v.19. Que Dios nos dé pies como ciervas para estar firmes y que andemos siempre conforme a lo que sea agradable delante de Él. –daj

Lectura Diaria:
Números 16:1-40 [leer]
/Proverbios 13 [leer]
/1 Pedro 5 [leer]