Tener gozo mientras uno está sufriendo parece una anomalía. ¿Cómo puede ser eso? Pablo expresó tal pensamiento cuando escribió a los colosenses y su aceptación de ello deja una lección que debemos aprender.

“Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia”. Colosenses 1:24.

Ser un cristiano no significa que desde el momento de comenzar su viaje al cielo vaya a estar libre del sufrimiento. Tanto el gozo que se siente al saber que sus pecados han sido perdonados como el sufrimiento que a veces tenemos que soportar, es parte de la vida cristiana. La propaganda publicada en la televisión y la prensa, más lo que se ve en las películas de entretención hace creer que el ser humano tiene derecho a vivir una vida holgada, sin pena. Todos sabemos que la vida cotidiana no es así. El gozo y el sufrimiento es parte de la vida y el creyente en Cristo debe saber manejar ambas emociones para la gloria de Dios. En realidad, las variadas experiencias de la vida deben tener un efecto madurador. Esto ocurre cuando consideramos las experiencias con los ojos de la fe.

En el texto de cabecera, Pablo el apóstol dice que tenía gozo mientras sufría. ¿Cómo se entiende esta anomalía? No me acuerdo de haberme sentido contento cuando tenía que guardar cama con una fiebre. La verdad es que Pablo no se refiere a esta clase de sufrimiento. Pablo escribía a los colosenses desde la cárcel en Roma adonde fue llevado por haberse defendido antes los judíos por sus prédicas entre los gentiles. Pablo llevaba a cabo un resultado de la obra de Cristo en la cruz. Cristo murió por todos, fue sepultado y resucitó. Ascendido al cielo, comenzó a edificar su Iglesia con personas de todas las razas, naciones, y pueblo, “porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación” Efesios 2:14. Pablo predicó que todos sin distinción podían conocer a Dios por medio de Cristo. Los judíos trataron de silenciarlo y buscaron la forma de asesinarlo. El resultado fue que Pablo fue arrestado y apeló a César, emperador romano. Por haber participado en la divulgación del evangelio que los mismos colosenses habían creído, afirma “ahora me gozo en lo que padezco por vosotros”.

Siempre ha sido una incógnita lo que sigue; “cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia” Colosenses 1:24. Las “aflicciones de Cristo” eran los reproches, la persecución y la oposición que Cristo tuvo que soportar antes de morir. “Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella” Efesios 5:25. Este acto de amor significó para Él sufrimiento en la cruz. Además de esto, sabía que al edificar la iglesia cual resucitado, ella iba a ser atacada desde “las puertas del Hades”. Su iglesia es su cuerpo del cual Él es la Cabeza. La iglesia en el mundo sería atacada. Los miembros de la iglesia en la tierra sufrirían, al mismo tiempo que su Señor en cielo también sentiría las agresiones. Pablo lo supo cuando Jesús le dijo, “¿Por qué me persigues?” Mientras la iglesia espera a su Señor, le toca sufrir. Pablo aceptaba que le tocaba parte de este sufrimiento y le fue causa de gozo. El mismo apóstol lo expresó de otra manera a los filipenses: “a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos” Filipenses 3:10-11. –daj

Lectura Diaria:
2 Reyes 6:24-7:20 [leer]
/Jeremias 41-42:6 [leer]
/Hebreos 10:19-39 [leer]