Dios se interesa por lo que ocurre bajo el techo de nuestra casa. En la casa suya ¿aprobaría Dios todo lo que se hace y se dice dentro de sus paredes? Recordemos la exhortación del versículo de cabecera, para que hagamos todo para la gloria de Dios.

 

Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo para la gloria de Dios.” 1 Corintios 10:31

 

La orientación de cada vida cristiana debe ser, “Todo para la Gloria de Dios”. Hay un ejemplo de eso en la Biblia. Dios iba a enjuiciar a la ciudad de Sodoma por su maldad y visitó a Abraham. “Y Jehová dijo: ¿Encubriré yo a Abraham lo que voy a hacer, habiendo de ser Abraham una nación grande y fuerte, y habiendo de ser benditas en él todas las naciones de la tierra?” Génesis 18:17-18. Dios iba a participar a Abraham lo que Él mismo pensaba hacer en el futuro, porque sabía que Abraham y sus descendientes iban a tener una influencia muy grande en la tierra. Fue por eso que Dios le reveló secretos a Abraham y agregó. “porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él.” v.19. ¡Qué lindo testimonio! Abraham se gozó de la confianza de Dios porque iba a preocuparse de su familia para que anduviera delante de Dios en obediencia. ¿Podría Dios decir lo mismo en cuanto a la familia suya?

 

Un joven afirmó una vez que la vida de su madre era la mejor traducción de la Biblia que él conocía. Ojalá los niños nuestros pudieran decir lo mismo de nosotros. El diálogo fluido y ameno entre los padres y sus hijos sobre temas bíblicos puede ser una forma en que los niños puedan aprender los principios de la vida cristiana. Los niños aprenden a practicar los valores de la honradez y la honestidad de sus padres. Yo tenía aproximadamente diez años de edad en el país de Canadá. Junto a otros compañeros fuimos recolectando propaganda comercial que dejaba el cartero en las diferentes casas. Sin darnos cuenta, se mezcló una carta dirigida a una persona. Mi padre la descubrió cuando llegué con los papeles a la casa y expresó su rotundo desacuerdo. Me dijo que tenía de devolver la carta y pedir perdón. Yo no quise, incluso le dije que tenía mucho sueño y tenía ganas de acostarme. Mi padre insistió y caminamos las siete cuadras para llegar a la dirección que llevaba el sobre. Golpeó en la puerta y cuando el dueño de casa la abrió, mi padre dijo: “mi hijo tiene algo que decirle”. Tuve que admitir mi error y pedir disculpas. Gracias a Dios por un padre que me enseñó la honradez.

 

No solamente los padres deben dar un buen ejemplo e insistir en el buen comportamiento, sino también deben cuidar de su lenguaje pues los hijos imitan la forma de hablar de los padres. Unas familias estaban en el campo y una tempestad se veía en el horizonte. Un niño corrió a su madre y frente a las otras damas que la acompañaban, el niño habló del peligro que se avecinaba. Pero usó una palabra grosera que le mereció una cachetada. “Mami”, dijo el niño, “¿por qué me castiga a mí? Es lo que dijo mi papá.” Los padres deben conducir sus vidas para que todo sea para la gloria de Dios. En el hogar, en el seno familiar, se aprende lo que se debe hacer, y lo que se debe evitar. Seamos padres consecuentes. Demos un buen ejemplo a nuestros niños. Seamos la mejor traducción de la Biblia que ellos puedan leer. –DAJ

 

Lectura Diaria:
2 Cronicas 6:12-42 [leer]
/Ezequiel 30:20-31:18[leer]
/Juan 11:28-54 [leer]