La conciencia de cada uno es la voz interior que Dios utiliza para hacernos sentir la gravedad de nuestro pecado y al mismo tiempo nos asegura que tenemos perdón cuando confiamos en Cristo.

 

“Y dijo Herodes: A Juan yo le hice decapitar; ¿quién, pues, es éste, de quien oigo tales cosas? Y procuraba verle” Lucas 9:9

 

Jesús reunió a sus discípulos en forma especial para enviarles a representarle ante el público. Ellos no disponían de recursos propios para predicar y ejercer autoridad sobre los demonios. Tampoco tenían poder para sanar enfermedades. Así que, antes de partir el Señor les otorgó poder para predicar y sanar. Su tarea primordial era la de predicar. Habían de llevar solamente lo justo y necesario. Jesús quería que aprendieran a depender de Él y no de lo suyo. Es una lección que todo siervo del Señor tiene que aprender; en su servicio debemos mirar hacia el Señor para proveer lo que necesitamos mientras le servimos.

 

Jesús anticipaba que en algunos de los pueblos donde sus discípulos iban a entrar, hallarían a personas que abrirían sus casas para recibirles y darles hospedaje. No habían de ir buscando otras casas que ofrecieran mayor comodidad. Quienes abrieran sus puertas para recibirlos demostraban de esta manera que recibían el mensaje acerca del Mesías que era predicado. Debían quedarse allí hasta terminar su visita. Anticipó el Señor que en algunas partes nadie tendría interés. En tal caso, habían de abandonar le ciudad, sacudiendo el polvo de sus pies como quien dijera, “no quiero llevar ni el polvo de su ciudad pues han rechazado a mi Maestro y el mensaje que nos dio para entregarles”.  El rechazo de ellos indicaba rechazo de su mensaje.

 

Los discípulos cumplieron con su misión pasando “por todas las aldeas, anunciando el evangelio y sanando por todas partes” Lucas 9:6. Además del efecto producido entre los habitantes, “Herodes el tetrarca oyó de todas las cosas que hacía Jesús; y estaba perplejo, porque decían algunos: Juan ha resucitado de los muertos” v.7. El efecto del ministerio de Jesús fue conocido en la alta esfera del gobierno y Herodes estuvo preocupado pensando que Juan había resucitado. ¿Qué es lo que trajo estos pensamientos perturbadores a Herodes? Aunque meses habían pasado desde que ordenó que Juan Bautista fuera muerto decapitado para satisfacer el deseo maligno de su mujer, su conciencia retuvo  le memoria. El sentir de culpabilidad le hace pensar que el ejecutado ha vuelto para vengarse de él. En otras palabras, los actos del pasado pueden desaparecer como noticias en el momento pero la conciencia retiene los detalles. Queda funcionando. Le memoria del acto está vigente y viene a “morder” con todo el dolor que el recuerdo produce. El caso de Herodes revela el poder de una mala conciencia. A pesar de su grandeza y poder como gobernante, el ministerio del Señor Jesús le hizo recordar su grave pecado de haber silenciado la voz de testimonio enviada por Dios a él. En su palacio y rodeado de la opulencia que los potentados tenían, saber la noticia de un predicador de justicia le causó consternación. Se acordó de su pecado. Sabía que había actuado mal y su conciencia le apuntaba como para decir, “culpable, culpable, culpable”. La Biblia dice: El buen entendimiento da gracia; Mas el camino de los transgresores es duro. Proverbios 13:15. 23  … he aquí habréis pecado ante Jehová; y sabed que vuestro pecado os alcanzará Números 32:23. La conciencia es una parte de nuestra constitución humana, puesta en nosotros por Dios para acusar al culpable y justificar al que ha actuado bien. La conciencia es de mucho valor y Dios la utiliza para que busquemos perdón por medio de Cristo Jesús. Herodes no buscó el perdón aunque fuera advertido. Sepamos nosotros responder al Señor que dice: Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar Mateo 11:28.  –daj

 

Lectura Diaria:
1 Cronicas 29 [leer]
/Ezequiel 26 [leer]
/Juan 9:18-41 [leer]