“Ser de Dios los hijos caros, En Jesús sublime don” es como comienza un himno en nuestro himnario. Destaca el privilegio maravilloso de pertenecer a Dios como hijos. Lea de esta gran verdad.
“A todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.” Juan 1:12.

A las estrofas del “Himno a la Alegría” del poeta alemán Schiller, Beethoven adaptó un pasaje de una de sus más hermosas sinfonías. Celebraba la fraternidad de todos los hombres en la alegría universal. Por desgracia, la realidad es que el mundo en que vivimos está lleno de confusión y de una incesante lucha entre los hombres. Hablar de la fraternidad humana parece ser una palabra vana. ¿Por qué es así? La Biblia nos explica: “Todos se desviaron, a una se han corrompido; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” Salmo 14:3.

Dado que ningún ser humano está en condiciones de librarnos de la esclavitud en que estamos atrampados, muchos viven sin esperanza. El pecador no tiene ninguna posibilidad de zafarse del amo cruel del pecado. En este caos moral sólo Jesucristo puede darnos libertad. Dios se hizo hombre en la persona de Jesús, quien fue semejante a nosotros en todas las cosas, con excepción de que en Él no hubo pecado. De Jesús leemos una gran verdad: “No tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” Hebreos 4:15. Ahí está la luz para la noche de desesperación. Ahí está la voz consoladora para el corazón angustiado. Tenemos a quien puede compadecerse de nuestras debilidades y Él mismo salió airoso sobre la tentación. El Señor Jesús fue tentado, pero el pecado no se lo pudo con Él. En Él no hubo nada que respondiera a la tentación. Esta cualidad santa de Jesucristo hizo posible que Él pudiera realizar la obra libertadora en la cruz. Él mismo cargó con los pecados nuestros, y ahora puede ofrecer la salvación a todos. El efecto benéfico de esta salvación se experimenta en los confían en Él.

¿Qué es lo que pasa cuando una persona cree en Cristo para ser salvo? El evangelio de Juan 1:12 indica que “a todos los que le recibieron (a Jesús, el Hijo de Dios)… les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. ¡Qué maravilloso privilegio! Ser hecho hijo de Dios, con el privilegio de llamar a Dios “Padre”. El Himno u Oda a La Alegría expresa un lindo deseo, pero solamente es realizable a través del Señor Jesús. El Himno a Alegría fue escogido para ser cantado cuando se derribó el Muro de Berlín, en que miles expresaron su deseo de vivir en paz, disfrutando de un amor hermanable. Lo cierto es que todo aquello es realizable solamente en la forma establecida por Dios a través de su Hijo amado, el Señor Jesús. En Cristo Jesús somos hechos hijos de Dios y a la vez hechos miembros de la familia de Dios. ¡Maravilloso privilegio! ¡Maravillosa verdad! Por medio de Cristo, podemos conocer el verdadero amor hermanable. –DAJ

Lectura Diaria:
Exodo 20:1-26 [leer]
/Salmos 60:1-61:8 [leer]
/Hechos 11:1-18 [leer]