En la historia de Jacob hay altibajos. Probablemente los puntos altos son pocos, pero al final de su vida este patriarca es reconocido como un hombre de fe.

“Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón” Hebreos 11:21

Jacob falla en su prueba de fe. Falla continuamente y en eso nos representa a los creyentes en nuestra caídas frecuentes, y en nuestra incredulidad y en el querer hacer las cosas a la manera nuestra. Si uno estudia las dispensaciones, encuentra que Jacob falló también en quedarse en Egipto luego del período de hambruna. Debió volver a Canaán, o por lo menos debió enviar de vuelta a sus hijos. Sólo podemos especular, pero las palabras de José refiriéndose a sus huesos (Génesis 50:25) dan cuenta de que el gobernador tenía muy claro que, tanto él como su familia, no pertenecían a Egipto. Él estaba en Egipto literalmente enviado por Dios “para preservación de vida”, es decir, siguiendo la voluntad de Jehová (Génesis 45:5) y debía quedarse ahí, mas no así Jacob.

Ya Dios había dicho a Isaac claramente que permaneciera en la tierra: “se le apareció Jehová, y le dijo: No desciendas a Egipto; habita en la tierra que yo te diré. Habita como forastero en esta tierra, y estaré contigo, y te bendeciré” (Génesis 26:2-3). Había que huir siempre de Egipto. A Abraham le fue mal cuando descendió a Egipto e Isaac en eso fue obediente. Pero dadas las circunstancias de la hambruna y del propósito de Dios para con Jacob y la descendencia de Abraham, este tiene que ir a Egipto por alimentos y para encontrarse con José, y esto constituye una prueba para él también. Es una bendición y es una prueba. El punto es que después de 7 años debió volver pues las promesas para él y para su descencencia son en la tierra de Canaán.

Lo mismo ocurre con los creyentes del tiempo actual. Podemos obtener sustento material en Egipto, pero no somos ciudadanos de Egipto, nuestra ciudadanía no es en el país que representa el mundo: “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo” (Filipenses 3:20). Dios castiga a este pueblo que se asienta en la tierra extraña, que repentinamente son familiares del gobernador, que son ricos… y se quedan. Dios les castiga haciéndoles caer en esclavitud. Sólo así querrán volver a la tierra de donde eran, a la tierra donde pertenecían, a la tierra donde las promesas tenían la posibilidad de hacerse realidad. No obstante lo anterior, hacemos bien en considerar las postrimerías de la vida de Jacob. Veremos un hombre en paz consigo mismo, porque está en paz con Dios.

La figura a considerar nos la presenta el texto de la cabecera. Se trata de cuatro personas: un anciano encorvado, dos jóvenes de rodillas y un hombre en la plenitud de su vida y poder, también inclinado a tierra (Génesis 48). ¿Qué hay en este pasaje? ¿Qué vemos en estas personas y en los diálogos que nos entrega esta porción? Con la ayuda del Señor consideraremos las enseñanzas que nos entrega este pasaje.  –rc

(Continúa)

Lectura Diaria:
Números 28 [leer]
/Proverbios 24 [leer]
/Lucas 2:1-21 [leer]