En este encuentro entre Jacob, José, Efraín y Manasés también hay una muestra de lo que Dios puede hacer en las vidas de quienes son suyos. Consideremos otros aspectos de esta historia.

“Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos” Mateo 22:32

Jacob ha sufrido, lo ha pasado mal, pero al final es un hombre de Dios maduro y completo. Es cierto que le tomó muchísimos años el llegar a este estatus, pero lo ha logrado por obra de –en sus palabras– a “El Dios Omnipotente” (v.3), a “El Dios en cuya presencia anduvieron mis padres” (v.15), a “el Angel que me liberta de todo mal” (v.16). Jacob termina su vida como un hombre espiritual, sabio, prudente, con discernimiento, con capacidad de bendecir a otros, con una historia de fe que contar. ¿Cómo será el final de nuestra vida? ya sea en juventud, madurez o vejez, si el Señor nos llama, ¿cuál será el legado espiritual nuestro? Vienen a la mente las palabras del apóstol Pablo: “estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1:6).

En esta escena también hay adoración. Eso es lo que destaca el versículo que vimos el primer día en hebreos 11:21, “Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón”. Es que todo cuanto hemos señalado puede resumirse en eso, en adoración tranquila de Jacob a su Dios. Entre los innumerables intentos de definición, un autor ha señalado que la adoración es “el rebalse de un corazón agradecido, bajo un sentir del favor divino” o, en palabras de David, “la copa rebosando” (Salmo 23:5).

Jacob ahora puede anotar su nombre a continuación del de su abuelo y su padre. Pocos años antes tal vez no estaba a la altura. Ahora por la gracia del Dios omnipotente, del Angel que le ha libertado de todo mal, Jacob cierra el círculo y toma su lugar entre los patriarcas, de quienes el escritor a los Hebreos señala que “Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos” (Hebreos 11:16). La pregunta vuelve con fuerza. Pese a nuestras caídas, debilidad, fallas e inconstancias, ¿cuál será nuestro fin? ¿Cómo hemos de partir de este mundo? El Señor permita que sea siendo maduros, con discernimiento espiritual, agradecidos y adorando. –rc

Lectura Diaria:
Números 30-31 [leer]
/Proverbios 26:13-27:27[leer]
/Lucas 3 [leer]