Dios Padre hizo una declaración en voz alta cuando Jesús fue bautizado por Juan Bautista. Ocurrió otro fenómeno pues una paloma vino a posar sobre Él. Lea de este episodio en la vida de Jesús.
“Y vino una voz de los cielos que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia. Y luego el Espíritu le impulsó al desierto.” Marcos 1:12-13.

Cuando Jesús fue bautizado, vino el Espíritu Santo sobre Él. Llegó una paloma y posó sobre Jesús. Lucas 3:22. Fue una señal visible para Juan y los demás que el Espíritu había venido sobre Él. Normalmente las aves no posan ni se quedan en el cuerpo de nadie. La señal no fue para Jesús sino para que Juan tuviera la evidencia señalada con anterioridad que Éste en realidad era el Mesías prometido. Cuando el Padre habló, indicaba su total aprobación de la vida santa que su Hijo había tenido durante los treinta años anteriores. Dijo el Padre, “Tú eres mi Hijo Amado, en ti tengo complacencia”. Tal frase sirve para comprobar la santidad del Señor Jesús. Fue una frase escuchada por Juan y los demás que estuviesen ahí. Es una frase que los evangelistas Mateo, Marcos, y Lucas han dejado registrada en sus evangelios para que los creyentes de aquel entonces y nosotros hoy en día sepamos de la verdadera deidad del nuestro Señor Jesús.

La vida perfecta del Señor fue la que hizo aceptable su sacrificio en la cruz para salvarnos. La respuesta divina a su muerte como nuestro sustituto tuvo su réplica cuando a los tres días resucitó. Romanos 1:4 dice: que “fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos”. Es una verdad fundamental para nuestra salvación.

Después del testimonio del Padre acerca de su Hijo, Jesús no comenzó de inmediata su misión de predicar el evangelio y anunciar la llegada del reino. Algo muy significativo ocurrió a Jesús. “Luego el Espíritu le impulsó al desierto” Marcos 1:12. El Espíritu recién llegado sobre Jesús para guiar, socorrer, y acompañarle, le “impulsó al desierto”. Esto ocurrió inmediatamente después de la declaración del Padre: “Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia” Marcos 1:11. Desde el comienzo de su ministerio público, Jesucristo actuó en comunión con el Espíritu. Él lo llevó al desierto con el propósito de permitir una prueba especial que tuvo como fin dejar bien en claro que Jesús, el nacido de María en Belén, criado en Nazaret, y hecho carpintero al lado de José, no fue un ser humano cualquiera. Era Dios mismo en forma humana que había venido con el propósito de redimir al pecador. Había venido para quitar el pecado del mundo. Había venido para vencer al que tenía el imperio de la muerte. Había venido para ser nuestro Salvador. Su venida fue para la bendición de la raza humana, fue para la bendición mía y tuya. -daj

Lectura Diaria:
Exodo 5:1-6:13 [leer]
/Salmos 35:1-36:12 [leer]
/Hechos 2:1-21 [leer]