Siguiendo los pasos del Señor en esta serie de meditaciones, llegamos a la etapa cuando fue conducido al desierto por el Espíritu Santo. Hay lecciones que aprender de eso. Lea de ellas.
“Y luego el Espíritu le impulsó al desierto. Y estuvo allí en el desierto cuarenta días, y era tentado por Satanás, y estaba con las fieras; y los ángeles le servían.” Marcos 1:12-13.

El impulso del Espíritu sobre el Señor Jesús no fue violento ni forzado, sino un acto de mutuo consentimiento. Fue según el plan divino que Jesús se retirara de la sociedad por cuarenta días. El número cuarenta en la Biblia siempre tiene que ver con un período de prueba, y así Jesús estuvo en el desierto por cuarenta días donde fue tentado. El lugar adonde el Espíritu lo llevó era un lugar lejos de las poblaciones y un lugar desolado. Fue donde no había otros seres humanos que pudiesen prestarle ayuda en su prueba. Tampoco lo necesitaba pues era el Hijo de Dios.

El Señor entraba en una nueva etapa de su vida en la cual estaría ocupado en sanar a los enfermos y predicar su mensaje de arrepentimiento y fe para entrar en el reino de Dios. Él iba a estar al servicio del pueblo como dice en Marcos 1:34, “y él sanó a muchos que padecían de diversas enfermedades y echó fuera muchos demonios”. No sólo hacía milagros, sino también “fue predicando en las sinagogas de ellos en toda Galilea” Marcos 1:39.

Jesús pasó los cuarenta días en el desierto bajo la constante guía del Espíritu Santo. Desde su concepción en el vientre de María hasta morir y resucitar, Jesús gozaba de la presencia del Espíritu Santo consigo. Marcos el evangelista presenta al Señor Jesús como el Siervo Perfecto, Él siempre hacía la voluntad del Padre. El Espíritu Santo es una Persona, igual que Dios Padre es una Persona. Por supuesto Jesús, el Hijo de Dios es una Persona. El Espíritu no tiene forma tangible. El Señor Jesucristo era tangible pues era un ser humano de carne y hueso. El Espíritu Santo hoy tiene una misión importantísima en el mundo. Trabaja para contrarrestar la obra del diablo. Trabaja entre los que no conocen a Dios buscando convencerlos de su estado pecaminoso y la necesidad de buscar en Jesucristo la salvación. Trabaja también con los que somos hijos de Dios, pues Él vive en nosotros. Su labor es guiar al cristiano en todo momento para que seamos agradables a Dios. Impulsado por el Espíritu, Jesús fue al desierto. Los creyentes en Cristo son llamados a modelar sus vidas según el ejemplo supremo que tenemos en Jesús. Como Él fue siempre sumiso al Espíritu, así somos llamados nosotros a someternos a la guía de Aquel que ha hecho su morada en nuestro ser. Es por eso tenemos la exhortación: “No contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención” Efesios 4:30. –DAJ

Lectura Diaria:
Exodo 6:14-7:25 [leer]
/Salmos 37:1-40 [leer]
/Hechos 2:22-47 [leer]