“¿Crees esto?” Juan 11:23

Lázaro había muerto y sus hermanas y amigos le lloraban. Jesús conoce todas sus circunstancias y va a ir a despertarle después de algunos días (Juan 11:11), a resucitarle. Frente a la expectativa no cumplida de Marta –ella esperaba que Jesús hubiera estado con ellos para que su hermano no hubiera muerto– Jesús le entrega esta gran verdad: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente” (Juan 11:25-26).

La resurrección no es un día futuro ni un evento a esperar si el Señor está frente a ella y Jesús lo dice claramente. Es como si le dijera: “Marta, la resurrección no es un evento del futuro, Marta, entiende que la resurrección soy yo, la vida soy yo”.

A continuación le habla de dos grupos de personas, uno es el que ha muerto pero que primero ha creído en él, y que por cierto va a vivir. Indudablemente se está refiriendo a Lázaro en primer lugar, pero el Salvador tiene también en mente a todos aquellos creyentes que al igual que Lázaro, han de sufrir la muerte natural. Jesús en esta frase le explica porqué él es la resurrección.

Luego está el grupo de los que viven en vida natural, si ha recibido y abrazado la persona de Cristo como el verdadero Señor Dios salvador, Mesías enviado al mundo, no morirá jamás. Si bien su cuerpo físico ha de morir a causa del pecado, su espíritu vivirá a causa de haber sido justificado. Dios en un día glorioso vivificará su cuerpo mortal por sus Espíritu y será reunificado, glorioso (Romanos 8:10-11). Jesús en esta frase le explica porqué él es la vida.

Una vez salvado la comunión con Dios es eterna, y no puede ser terminada. Lo grandioso de todo esto es que para los creyentes, al morir nuestros cuerpos, no experimentamos ningún quiebre en nuestra comunión con Dios en Cristo. Esa comunión es, más bien, perfeccionada, como dice: “los espíritus de los justos hechos perfectos” (Hebreos 11:23).

Esa comunión nunca termina ni terminará porque es eterna. Un momento acá en esta vida, con el cuerpo natural, con las sensaciones, dolores y vivencias de esta tierra. Un momento allá, en seguida, despertando a la nueva realidad, la de la comunión perfecta con el Dios eterno. El hilo conductor no se rompe en el salvado. Ya estaba durante la vida acá, y prosigue –perfecto– en la otra vida. Entre las dos realidades ¿qué hay? Existe la muerte, un paso crítico e inmediato a la presencia del Señor para todo creyente.

Gracias a Dios por su gran bondad y misericordia, de querer compartir su naturaleza con nosotros (2 Pedro 1:4). Adorémosle con gratitud. rc

 

Lectura Diaria:
1 Reyes 18 [leer]
/Jeremías 30 [leer]
/Hebreos 1 [leer]