¿Qué le dice a usted la expresión “sumo pontífice”? Miremos lo que la escritura nos dice al respecto.

“El Hijo de Dios permanece sacerdote para siempre” Hebreos 7:3

El pueblo judío a lo largo de su historia antigua se había acostumbrado al sacerdocio. Generaciones tras generaciones de varones de familias descendientes de Leví sirviendo primero en el tabernáculo y luego en el templo, con un paréntesis durante la cautividad en Babilonia, habían moldeado el concepto del pueblo acerca de la forma en que el ser humano podía y debía acercarse al Dios eterno y santo. Era necesario que alguien representara al hombre delante de Dios. De los sacerdotes, el sumo sacerdote era el más renombrado. Así lo dice la Escritura, resumiendo sus características y función: “Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los hombres en lo que a Dios se refiere, para que presente ofrendas y sacrificios por los pecados

(Hebreos 5:1). El sumo sacerdote es un hombre que actúa en favor de sus semejantes delante de Dios.

El sumo sacerdote accedía una vez al año al Lugar Santísimo, donde entraba dos veces el mismo día presentando delante de Dios la sangre de un animal inocente muerto primero por sus pecados y en seguida por los pecados del pueblo. Esta realidad histórica a la cual los judíos habían estado acostumbrados por siglos cesa abruptamente con la venida y la muerte del Señor Jesucristo, el “Cordero de Dios” (Juan 1:29). Jesús, como sacerdote presenta la ofrenda (Hebreos 9:26) y además es aquella ofrenda, “se presentó” a sí mismo (Hebreos 9:26). Todo es nuevo ahora, el antiguo orden llega a su fin y ya no es ni será nunca más necesaria una nueva ofrenda porque ésta ha dado cuenta, por fin, de los pecados de la humanidad, cosa que los incontables miles de animales nunca pudieron hacer. Asimismo, ya no será necesario que venga un nuevo sumo sacerdote después de este pues el Cristo resucitado permanece para siempre. Con razón  el escritor a los Hebreos expresa que este es un mejor pacto, un mejor convenio, un mejor acuerdo entre Dios y el hombre, ¡Es mucho mejor! Miremos estos versículos que nos hablan de esta extraordinaria verdad: “Por tanto, Jesús es hecho garantía de un mejor pacto. Y los otros sacerdotes llegaron a ser muchos, debido a que por la muerte no podían continuar. Mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable” (Hebreos 7:22-24).

Los personajes ilustres de las religiones humanas decaen, envejecen, enferman y fallecen. Con la fe cristiana esto no ocurre. Cristo es sumo pontífice para siempre lo cual indica que ya no hay necesidad de buscar o esperar otro pues este nunca decaerá. ¡Qué cambio tan radical para el pueblo judío! Dejar la religión y abrazar a Cristo. Ahora hay uno que se presentó “una vez para siempre” por los pecados del pueblo y de la humanidad completa, y ese sacrificio fue y es suficiente. Nunca se cansará, nunca abandonará el cargo, nunca dejará a los suyos. La Escritura nos enseña que el eterno Hijo de Dios vino desde la gloria y habitó entre nosotros (Juan 1:14), nos conoce, conoce nuestras debilidades y nuestra fragilidad: “Porque él conoce nuestra condición. Se acuerda de que somos polvo” (Sal 103:14). Amigo lector, él le conoce y conoce sus dificultades y pecado. Venga a él, acogiendo su llamando personal: “Venid a mí” (Mateo 11:28). No confíe en religiones humanas ni en hombres falibles, acuda a Cristo, crea en Él y será salvo. rc

 

Lectura Diaria:
2 Cronicas 27-28 [leer]
/Ezequiel 44 [leer]
/Juan 20:1-18 [leer]