En un caso insólito, un rey llamado Josías comenzó a reinar a los ocho años de edad. Tuvo que comenzar temprano en su vida pues su padre fue asesinado y él era el heredero. El joven rey dejó un excelente testimonio durante su reinado.

De ocho años era Josías cuando comenzó a reinar, y treinta y un años reinó en Jerusalén. Éste hizo lo recto ante los ojos de Jehová, y anduvo en los caminos de David su padre, sin apartarse a la derecha ni a la izquierda” 2 Crónicas 34:1-2.

 

Eran tiempos muy difíciles para la nación de Judá. Habían sufrido durante más de medio siglo mientras reinaban dos reyes malos. El segundo de ellos murió asesinado por sus siervos; era odiado. El hijo de este, Josías, fue hecho rey a los ocho años de edad. Resultó ser muy distinto a su padre y a su abuelo. Aprendió bien lo que Dios quería de un rey, siguiendo el ejemplo de David, el primer rey de la dinastía. A los dieciséis años de edad, Josías tuvo una experiencia con Dios que influyó en él durante el resto de su vida. De ahí en adelante, Josías “comenzó a buscar al Dios de David” (2 Crónicas 34:3). Esta decisión tomada en su juventud resultó ser de gran importancia. Cuán importante es que los jóvenes hoy día se preocupen de buscar a temprana edad a Dios para conocerle y servirle. “Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos” (Eclesiastés 12:1).

 

Cuatro años después Josías puso en marcha una reforma en los territorios de su reinado. Destruyó los ídolos falsos que abundaban durante los reinados anteriores y eliminó los lugares de culto, no sólo en la ciudad capital sino por todo el país. Extendió su preocupación a las provincias norteñas que se habían separado de Judá muchos años antes. El rey Josías, personalmente, supervisaba la destrucción de todo lo que Dios no aprobaba, deseoso de llevar a todos a conocer la bendición de servir sólo al Dios vivo y verdadero. A los veintiséis años de edad, cumplida esta tarea, el joven rey inició otra reforma; la reparación del templo y la restauración del servicio divino. No era trabajo fácil. Había de reunir fondos, buscar maestros y poner gente responsable a cargo. Ocupados en esta obra, hicieron un gran hallazgo. Descubrieron el libro de la ley de Dios, perdido y olvidado durante muchos años. ¿En cuántos hogares hoy día hay una Biblia guardada por ahí sin haber sido leída en muchos años? Ojalá la descubriean para leerla y poner en práctica sus sanas enseñanzas.

 

Por años, antes del reinado de Josías, el pueblo había vivido sin tomar en cuenta la palabra de Dios, alejándose de Él. Cuando el libro de la ley fue descubierto, algunos reconocieron que en su contenido tenían un gran tesoro y se lo llevaron al rey. Al escuchar la lectura del libro, Josías reaccionó con lágrimas y gran preocupación. Reconoció que el pecado de muchos años llevaba una condenación muy grande. Buscaron a una persona que vivía en contacto con Dios. Hallaron una mujer profetiza llamada Hulda. Cuando los varones fallan en su responsabilidad delante de Dios, Él ha usado mujeres sabias para hablar la verdad. Josías le consultó sobre el futuro y ella la hizo entender que Dios había tomado en cuenta al rey porque su corazón era sensible a su voz y que los castigos anunciados en el libro vendrían más tarde, y no durante su vida. Tras esta respuesta, el rey decidió actuar con más energía todavía. Reunió al pueblo para que todos escuchasen la palabra de Dios. Ocurrió un avivamiento entre el pueblo, un avivamiento que nos gustaría ver hoy día en el mundo.  –MR/daj

(Continuará)

Lectura Diaria:
Deuteronomio 28:38-68[leer]
/Amós 5-6 [leer]
/Lucas 14:25-15:10 [leer]