Todos tenemos que enfrentar un futuro desconocido. Nadie sabe qué dirá el día de mañana, pero hay una promesa de parte de Dios para que nos sintamos fortalecidos.
“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” Isaías 41:10.

Con la muerte de Moisés, no se terminaron los designios de Dios para con su pueblo. Los planes divinos fueron anunciados anticipadamente en Egipto, pero varios años fueron requeridos para preparar al pueblo a fin de entrar en la tierra prometida. Inicialmente dijo Jehová: “bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel” Éxodo 3:7-8. Después de aproximadamente cuarenta años de duras experiencias y circunstancias especiales, el pueblo de Israel está acampado frente a la tierra prometida. El número de ellos ha aumentado mucho y algunos calculan que eran más de un millón de almas, miembros de doce tribus distintas. Josué es el escogido para conducir este pueblo para entrar en Canaán.

Josué había servido a Moisés todo el tiempo en el desierto y sabía bien la historia pasada, la situación del presente y las promesas relativas al futuro. Dios sepulta a sus siervos pero continúa su obra. Por eso, Jehová habló a Josué para continuar con la labor de Moisés. Debía avanzar sin temor. Josué había sido testigo ocular y auditor del proceder de Moisés y dijo Jehová: “nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé” Josué 1:5. Los israelitas debían someterse al liderazgo de Josué pues el objetivo seguía igual que siempre. El pueblo de Dios ha tomar posesión de la tierra dada con juramento a los patriarcas Abraham, Jacob, e Isaac.

La renovada promesa dada a Josué fue suficiente para que pusiera manos a la obra. Ordenó a los oficiales del pueblo, “pasad por en medio del campamento y mandad al pueblo, diciendo: Preparaos comida, porque dentro de tres días pasaréis el Jordán para entrar a poseer la tierra que Jehová vuestro Dios os da en posesión” Josué 1:11. Faltaban solamente tres días para terminar con la odisea comenzada la noche de la Pascua en Egipto y están a punto de entrar una nueva experiencia que ha durado hasta el día de hoy. No habían de temer a nadie pues Dios es el “Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” Santiago 1:17. Josué no dudó de los recursos disponibles para la tarea por delante y la presencia de Dios sería permanente. Su experiencia nos hace pensar en lo que Dios ha dicho a su pueblo hoy. Nos ha asegurado: “no os dejaré huérfanos; vendré a vosotros” Juan 14:18. La promesa es reconfortante, pues también dijo: “no te desampararé, ni te dejaré” Hebreos 13:5. Al igual que los israelitas, todos tenemos que enfrentar el desconocido futuro pero he aquí la palabra de Dios como ancla para el alma: “no temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” Isaías 41:10. –daj

Lectura Diaria:
2 Cronicas 1-2 [leer]
/Ezequiel 27 [leer]
/Juan 10:1-18 [leer]