¿Es malo ocuparse en una actividad recreativa? Realmente no, no hay nada malo. Sin embargo, es posible dejar de hacer algo más importante y ahí está el problema. Lea de un caso de los discípulos del Señor Jesús.
“Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis” Juan 13:17

El Señor Jesucristo había resucitado y se mostró a sus discípulos por lo menos en diez oportunidades. En una de ellas se manifestó a sus discípulos junto al mar de Tiberias. Les había dicho que le esperaran en Galilea, donde se  juntaría con ellos (Mateo 28:10). No mencionó ningún día específico pero debían esperarle allí. Juan 21:2 nos da una lista del grupo, que era liderado por Simón Pedro. Estaban Tomás, Natanael, Juan y Jacobo y otros dos que no son nombrados. De repente Pedro anuncia: “voy a pescar”. Parece una buena idea, pero ¿no debían esperar que viniera Jesús? Dicen los compañeros: “vamos nosotros también contigo”. Aquí los discípulos nos ilustran cuán fácil es ser influenciado por otra persona, aun cuando las circunstancias indican que sería mejor no acoger la sugerencia. “Voy”, dice Pedro. “Vamos”, dijeron los demás. Por lo menos tres de los nombrados eran pescadores experimentados. Natanael era de Caná y seguramente sabría poco acerca de la pesca. Dice el pasaje: “Aquella noche no pescaron nada.” En verdad Pedro no había convidado a los otros. Sólo por indicar lo que él iba a hacer influenció a los demás, pero cada uno es responsable de lo que hace aunque sea siguiendo una idea ajena.

La historia de la pesca infructuosa deja varias lecciones. En vez de esperar al Señor, Pedro solamente pensó en sí mismo. “Voy yo”, dice él. ¿Cuántos creyentes hoy día comenzarán una actividad ejerciendo su propia voluntad sin pensar si conviene o no? Pedro no va a realizar ninguna actividad pecaminosa. Pescar es también un pasatiempo tranquilizante. Pero a veces el Señor quiere que usemos nuestro tiempo en otras actividades más productivas. En este caso, el Señor les dejó trabajar toda la noche sin sacar nada.

Ya iba amaneciendo, y se presenta Jesús en la playa. Los discípulos no sabían que era Jesús. Él sabía dónde ubicar a sus discípulos a 100 metros de la orilla. Quizás por la penumbra que acompañaba el amanecer no distinguieron al Señor. “Hijitos, ¿tenéis algo de comer?” Les llama con ternura. El Señor siempre trata a los suyos con cariño, aunque hayan hecho algo de dudoso valor. Aquí el Señor les llama “hijitos”. ¿Cómo tratamos a nuestros hermanos en la familia de Dios? ¿Usamos términos de afecto? ¿Hablamos con amor? Aprendamos del Señor cómo debe ser el trato, aunque haya motivos que requieran corrección. (Continuará) –daj

Lectura Diaria:
Levitico 3:1-17 [leer]
/Salmos 116:1-117:2 [leer]
/Marcos 3:13-35 [leer]