¿Cómo tratamos a los demás cuando se equivocan? Si hacen algo malo, merecen el castigo. Pero cuando se ocupan en algo bueno pero no óptimo, ¿de qué manera les llama la atención? Aprenda del Señor Jesús como Él trató a sus discípulos.

“Hijitos, ¿tenéis algo de comer? “ Juan 21:5

Jesús ha llegado temprano en la mañana a la orilla del Mar de Galilea. El sol no aparece todavía y seguramente es difícil distinguir los objetos a la distancia. Hay siete discípulos que desde la noche anterior han estado pescando sin sacar nada. Si fuesen principiantes quizás sería entendible que no hayan pescado nada, pero hay pescadores experimentados entre el grupo. La voz que les alcanza desde la orilla está llena de ternura. “Hijitos” dice. Suena suave, y no presagia ninguna reprensión. Los discípulos tuvieron que reconocer su fracaso pues ante la pregunta si tenían algo de comer, “le respondieron: No”. La pregunta sugiere que su idea de salir a pescar no fue la mejor. En vez de hacerles sufrir, el Señor les trata con misericordia que forma parte de una lección que les ha de dar. La misericordia es ser tratado todo lo contrario a lo que se merece. Dios a veces permite fracasos en la vida para revelarnos nuestras debilidades y destacar su sabiduría.

En seguida, Jesús ejerció su señorío sobre sus discípulos, mostrando su omnisciencia y su omnipotencia. Sus instrucciones fueron específicas. “Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis” (v.6). No dijo solamente, “echad la red” sino también especificó el lado y prometió que hallarían algo. Durante la noche no habían sacado nada y ahora van a darse cuenta que los peces estaban ahí siempre. Soberanamente Dios había hecho que no entrara ningún pez en la red. Los discípulos “la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces.” Es una revelación del conocimiento y el poder del Señor. Dios había retenido los peces en el agua, y ahora los hace entrar en cantidades. Todavía no se han percatado de quién esté parado en la playa. La abundante cosecha va a hacer más enfática la lección que el Señor les quiera enseñar. Nos hace pensar en Efesios 3:20: “Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros”.

Por medio de las Escrituras hoy en día, Dios quiere enseñarnos lecciones. A veces las descubrimos después de un tiempo de prueba. Vale la pena prestar atención. Por ejemplo, el Señor Jesús ha dejado instrucciones específicas como “orar sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17). El Señor dice también, “si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis” (Juan 13:17). Los discípulos tuvieron que aprender a no dejarse llevar por ideas equivocadas. Las mismas lecciones sirvan para nosotros también. Podemos aprender que el Señor trata a los suyos con amor y misericordia utilizando las experiencias negativas en la vida para revelarnos su sabiduría y omnisciencia. Abramos nuestros corazones para aprender más de Él. Les llama “Hijitos”. ¡Qué lindo nombre! ¿No es cierto? (Continuará) –DAJ

Lectura Diaria:
Levitico 13:24-59 [leer]
/Salmos 118:1-29 [leer]
/Marcos 4:1-20 [leer]