Seguramente la mayoría hemos tenido la ingrata experiencia de perder algo. Con gran afán buscamos lo perdido sin descansar para ubicarlo. A veces no logramos el objetivo y es causa de tristeza. La figura de algo perdido es usado por el Señor para enseñarnos que es lo que Dios hace con el pecador perdido.

 

“¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?” Lucas 15:4.

 

El diario en Portland, Oregón, E.E.U.U. relató una historia acerca de un hombre de setenta y tres años de edad que vivía en la ciudad de Eugene. El hombre había dejado su vehículo en el estacionamiento y se internó en las montañas Ochoco. Todos los esfuerzos para ubicarlo habían fracasado, pero según el diario las autoridades anunciaron que la búsqueda continuaría pues una vida humana es valiosa. Es siempre interesante notar que cuando una persona está perdida, se moviliza una gran cantidad de individuos que salen en busca de ella. He participado en algunas búsquedas, incluyendo una desde el aire. Con cuánto afán y gran intensidad se enfoca la vista para hallar algun rastro que podría guiar al paradero del perdido. ¡Y qué alegría cuando el perdido es hallado! Es siempre triste cuando resulta todo lo contrario y no pueden ubicar al perdido y al final suspenden la búsqueda.

 

El Señor Jesús usó la figura de objetos perdidos para enseñar el gran afán del Trino Dios para encontrar lo perdido y regocijarse porque es hallado. Lucas 15 relata la parábola que presenta una oveja, una moneda y dos hijos perdidos. El énfasis en tres de los casos es la alegría en extremo que se siente por tener de vuelto al perdido. En Lucas 19, Jesús mismo encontró a un perdido sentado entre el follaje de un árbol y le hizo bajar para ir a posar en su casa. Fue el caso de Zaqueo y al finalizar la visita, después de anunciar la conversión de este publicano, Jesús explicó su misión al venir a este mundo, “porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” v.10.

 

¿Hay personas que antes asistían a las reuniones de la iglesia local donde Ud. se congrega y ahora están perdidas? ¿Hay preocupación por lo que les haya pasado? Muchas veces hacemos un solo intento de contactarnos con la persona para luego dejar la búsqueda y optamos por mencionarle en nuestras oraciones. ¿Qué pasaría si hiciéramos una búsqueda como la hacen cuando alguien se pierde en un paseo por las montañas? Gastan recursos y energía hasta que todos terminan agotados. El ejemplo de Dios es digno de imitar. Cuando el pastor salió en busca de la oveja perdida mencionada en Lucas 15, fue “tras la que se perdió, HASTA encontrarla” v.4. El pastor no flaqueó, sino siguió hasta encontrar la oveja perdida. ¿Podemos hacer menos que Él? Me acuerdo cuando era pequeño y mi madre me llevó a una tienda grande. Me aparté de ella mirando la mercadería, totalmente absorto en lo que yo hacía, pero estaba perdido. Cuando me encontró mi mamá se mostró muy aliviada. Me buscó sin que yo supiera del peligro en que estaba. Así es el caso en el mundo hoy. Miles están lejos de Dios, perdidos en sus quehaceres diarios, sin saber del peligro en que están a causa del pecado. Tampoco saben que Dios les ama y la tarea de nosotros los cristianos es ir a buscarlos. Que nos anime el amor de Dios: “En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él” 1 Juan 4:9. –daj

Lectura Diaria:
Números 34-35:8 [leer]
/Proverbios 30 [leer]
/Lucas 5:1-16 [leer]