Volverse a Dios es un acto voluntario, libre y espontáneo. Sin embargo la Biblia deja claro que también, en un sentido más fundamental, es el trabajo de Dios en el hombre. El antiguo testamento dice que pecadores se vuelven a Dios sólo cuando son vueltos por Dios mismo.

 

“Conviérteme, y seré convertido, porque tú eres Jehová mi Dios” Jeremías 31:18

En el no creyente, su conversión es el resultado de un trabajo divino en el que, por su misma naturaleza caída, él no podría tomar parte. Es esencialmente el remedio necesario contra la incapacidad espiritual que impide al hombre de sí mismo volverse a Dios.

“Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados” (Efesios 2:1)

La conversión implica recibir vida (Efesios 2:1), un nuevo nacimiento (Juan 3:5), apertura del corazón (Hechos 16:14), apertura e iluminación de ojos enceguecidos (2 Corintios 4:4-6), entendimiento para “conocer al verdadero” (1 Juan 5:20). El hombre responde al evangelio sólo porque Dios ha primero trabajado en él de esta manera, y esto es lo notable en el corazón del hombre, que finalmente la gracia de Dios es la que permite la conversión de un pecador perdido, que puede ser hecho hijo de Dios.

La pregunta para cada lector es si es un verdadero convertido al Señor , si ha acudido con sinceridad a Cristo para recibir la salvación. Tengamos un corazón receptivo a la verdad de Dios, y con gratitud reconozcamos su obra salvadora en nosotros.

“Vuélvenos, oh Jehová, a ti, y nos volveremos” (Lamentaciones 5:21)

–rc

Lectura Diaria:
1 Cronicas 16 [leer]
/Ezequiel 16:35-63 [leer]
/Juan 6:1-21 [leer]