Prosiguiendo con el estudio de la cruz de Cristo, miremos brevemente algunas implicancias que ella tiene para los creyentes.

“Sufrió nuestros dolores” Isaías 53:3

Jesús invitó a todos los trabajados y cargados, es decir, a los que están fatigados por el trajín, el ajetreo, la duda, la prueba interminable, las frustraciones, los que sienten un gran peso en el alma: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). Hay muchos trabajados y cargados en el día de hoy, cristianos y no cristianos. Es decir, no sólo a los inconversos dirige nuestro Señor su llamado, sino a todos los que se hallan trabajados y cargados. Su llamado, tanto para los unos como para los otros, tiene su fundamento en su obra y en su muerte vicaria. Es en la cruz de Cristo donde se halla el poder para salvar al pecador, quien al poner su fe en esa persona bendita y en ese sacrificio, recibe la salvación (2 Timoteo 3:15). Pero también el poder de la cruz es para cada día y para cada momento.

Somos llamados a considerar “a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo” para que nuestro ánimo “no se canse hasta desmayar” (Hebreos 12:3). ¿Cómo es eso posible? Bueno, tiene que ver con que todo cuanto podemos sufrir en esta vida, él lo sufrió hasta un extremo que jamás podremos quizá llegar a padecer nosotros. El “debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote” (Hebreos 2:17). El apóstol Pedro entra en mayores detalles en su carta, cuando habla del sufrir injustamente (1 Pedro 2:18-24). ¿Sufrimos injustamente? Por cierto. Pero el apóstol Pedro, adecuadamente, contrasta el padecimiento tal vez injusto, que podemos tener muchas veces, con el que el Señor Jesucristo sí padeció por nosotros, al llevar nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero. Nada más injusto en la historia del mundo que ése sufrimiento. De paso también nos menciona que hemos sido llamados “para esto”, es decir, para sufrir injustamente y que Jesús nos ha dejado este ejemplo para seguir sus pisadas en el sufrimiento (1 Pedro 2:21).

Debiéramos meditar más a menudo en esto pues hay muchos cristianos que nada quieren sufrir en esta vida, o que toman el sufrimiento como un trago amargo del cual hay que salir a la brevedad posible. Debemos recordar siempre que hemos sido llamados para ello. Un autor cristiano ha dicho “el sufrimiento es un instrumento que Dios ocupa para recordarnos a qué lugar, realmente, pertenecemos”. Los sufrimientos de Cristo en la cruz y su respuesta a ellos, nos enseñan cómo debemos comportarnos nosotros frente al sufrimiento y a las dificultades que pudieran abrumarnos a veces. Miraremos con más atención este aspecto de la cruz. —rc

(Continúa)

 

Lectura Diaria:
1 Reyes 10 [leer]
/Jeremías 18 [leer]
/Filipenses 3-4:1 [leer]