La enseñanza que se da en esta meditación y en las prédicas que se entregan desde nuestros púlpitos se basa siempre en lo que la Biblia dice. La doctrina no está sujeta a las ideas cambiantes de los religiosos. Antes bien, la doctrina que fue enseñada por Jesús y sus discípulos dos mil años atrás es la que sirve para formar nuestra manera de pensar y gobierna nuestra manera de ser. Es la que alimenta nuestra fe.

 

Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos.” Judas 1:3.

 

Con la proliferación de los sitios en el Web y el acceso cada vez más fácil al Internet, hay muchos peligros que tientan a los usuarios. Muchos son diestros para navegar con rapidez. Hay sitios totalmente impuros y muchos padres sienten desazón cuando descubren que sus hijos han estado llenando su mente con basura. Pero hay otro tipo de sitios que son limpios en cuanto al lenguaje y la presentación visual, los cuales reclaman tener base bíblica. Sin embargo, no todos son confiables y muchos no guardan relación con “la fe (o doctrina) que ha sido una vez dada a los santos”. Cuando Judas escribió sobre el tema de la doctrina, la palabra que usó indicó que fue entregada al pueblo de Dios una vez y para siempre. La doctrina cristiana es la que el Señor Jesús entregó a sus discípulos. Después de la llegada del Espíritu Santo, los primeros cristianos “perseveraban en la doctrina de los apóstoles” Hechos 2:42. La doctrina que fue entregada una vez y para siempre está en Biblia, esparcida a través de muchos pasajes. Cuando se toma tiempo para leer y cotejar las Escrituras, se forma un concepto claro de las Doctrinas Fundamentales de la fe cristiana.

 

Judas quería que los destinatarios contendieran ardientemente por mantener la pureza de la doctrina, evitando que ideas humanas disminuyeran su integridad. Pablo exhortó a los hermanos en Tesalónica: “estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra” 2 Tesalonicenses 2:15. Los hermanos de la iglesia tenían que preocuparse individualmente y en conjunto por la doctrina. Timoteo como individuo tuvo un encargo especial para el cual se quedó sirviendo al Señor en Éfeso. “Como te rogué que te quedases en Éfeso, cuando fui a Macedonia, para que mandases a algunos que no enseñen diferente doctrina” 1 Timoteo 1:3.

 

El cuidado en la enseñanza de la doctrina es la marca de un buen siervo de Jesucristo. “Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido” 1 Timoteo 4:6. Produce un efecto protector sobre el maestro que enseña. Además preserva a los que son instruidos de meterse en el error. Por eso es llamada la sana doctrina por el bien que hace. A todos nos corresponde tomar en serio lo que dijo Pablo a Timoteo, “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren” 1 Timoteo 4:16. Haciendo esto, se escapa de aceptar y creer doctrinas erróneas. –daj

 

Lectura Diaria:
Génesis 30:1-43 [leer]
/Job 40:1-41:34 [leer]
/Mateo 16:13-17:13 [leer]