Muchos conocen la historia de Abraham y como su fe fue probada cuando Dios le pidió que ofreciera a Isaac. Además de lo que nos enseña de Abraham y su hijo Isaac, también nos hace ver una lección importantísima de nuestro Señor Jesucristo.

 

Por la fe Abraham…” Hebreos 11:8.

 

El personaje bíblico llamado Abraham es bien conocido como un hombre de fe. El capítulo 11 de Hebreos relata las hazañas de muchos en la antigüedad y lo que su fe en Dios logró. Hay más espacio dedicado a Abraham en el capítulo 11 que a cualquier otro. He aquí algunas evidencias de su fe:

a. Obedeció la llamada de Dios para salir a habitar en un lugar desconocido, v.8.

b. Habitó como extranjero en tierra ajena, viviendo en carpas, v.9.

c. Esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios, v.10.

d. Creyó que Dios era fiel para cumplir la promesa de darle un hijo en su vejez. Y Sara le acompañó en eso, v.11;

e. Al final de su vida fue probado cuando Dios le pidió que ofreciera a su hijo unigénito, v.17.

 

Sobre esta prueba de ofrecer a su hijo se ve la fe firme de Abraham pues no titubeó en dar a Dios lo requerido. Dios había dicho a Abraham que en Isaac tendría descendencia. Sin embargo, Isaac era soltero y sin hijos, y Abraham es llamado a sacrificarle. Hebreos 11:19 nos revela como su fe le fortaleció pues pensaba que Dios era “poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir”. La historia bíblica en Génesis 22 relata que Abraham tenía el cuchillo en su mano pues “extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo” v.10. En este instante, la voz del ángel de Jehová hizo detener la mano de Abraham. Dios aprobó su fe pues dijo: “ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único” v.12.

 

El relato de la fe de Abraham ha servido para aprender muchas lecciones. Por ejemplo, se ve la prontitud de Abraham en obedecer. Es instructiva la respuesta acertada a la pregunta de Isaac mientras caminaban monte arriba. Isaac vio que Abraham tenía todo para el sacrificio y preguntó por el animal que faltaba. “Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío” Génesis 22:8. Isaac tuvo plena confianza en su padre y los dos “iban juntos”. La lección más preciosa es la acción de Abraham y su hijo Isaac. Esto nos hace pensar en el sacrificio mayor de todos los tiempos; el sacrificio de Jesús en la cruz de la Calavera. No hubo salida para Jesús. Lo de Abraham e Isaac fue solamente la prueba del amor de un hombre para con su único hijo, sin que otros fuesen afectados. El sacrificio del Señor Jesús fue muy diferente porque Él “nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante” Efesios 5:2. “En la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado” Hebreos 9:26. En figura Isaac se levantó del altar como si fuera resucitado sin morir. Pero Jesús murió y fue sepultado y “habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios” Hebreos 10:12. Jesús fue ofrecido y murió. Fue sepultado y resucitó. Ascendió al cielo y está sentado en gloria desde donde le esperamos venir a buscarnos. –daj

 

Lectura Diaria:
Josué 22 [leer]
/Isaías 15-16 [leer]
/2 Tesalonicenses 1 [leer]