Parece difícil para algunos cumplir cabalmente las promesas hechas a otros. Citas ignoradas, llegadas atrasadas, deudas impagas, hay gran número de casos en que la fidelidad está ausente. Debemos aprender de Dios, pues es fiel.

 

De generación en generación es tu fidelidad; Tú afirmaste la tierra, y subsiste.” Salmo 119:90.

 

¿Hay algo más triste que ver a un niño sollozando porque no se cumplió un caro deseo que tenía? Una vez, un tío prometió a su sobrino que vendría a buscarle para salir de paseo. Fijó el día y la hora y el sobrino se preparó para estar listo al momento indicado. Cuando quince minutos habían pasado sin que apareciera el tío, la mamá ofreció algunas posibilidades que podrían haber ocurrido. Algo como un accidente, o quizás tuviera que trabajar, o posiblemente venía en camino. La mamá trataba de consolar a su hijo cuya desesperación crecía minuto a minuto. El tío no llegó nunca y aquella noche se acostó el niño sintiendo que su mundo se había venido abajo. Fue peor cuando supo después que ¡al tío se le olvidó! Los corazones de los niños son frágiles y debemos cuidarlos para que no sean quebrantados por descuido. Sentirse defraudado está en la raíz de mucha tristeza no solamente entre niños sino también entre adultos.

 

Todo el mundo valora la fidelidad. Es apreciada cuando alguien cumple sus promesas y no se excusa por incumplimiento. Una de las características de Dios es su fidelidad. Dios es tan fiel que podemos anticipar como va a actuar en el futuro sin que exista ninguna posibilidad que fallara. En todas las situaciones de la vida, Dios es fiel. Moisés dijo al pueblo de Israel, “conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones” Deuteronomio 7:9. Debemos aprender de la fidelidad de Dios para cumplir nuestras promesas y no fallar a nuestros compromisos. El autor de la carta a los hebreos dijo: “acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe“. Este verso tiene especial mérito cuando los ancianos sirven en forma abnegada. En este recuerdo positivo de la vida los que ya habían servido a Dios en su día, agregó una verdad preciosa, “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” Hebreos 13:7-8. Jesucristo nunca cambia. Jesús fue fiel para los pastores antaño, y sigue siéndolo para nosotros hoy. Podemos tener confianza que Él seguirá siendo fiel para las generaciones venideras.

 

Dios no puede ser de otra manera porque Él es perfecto. Ser fiel es parte de su carácter. La fidelidad de Dios es eterna, porque Dios no cambia. Ya que Dios es fiel, el salmista pudo afirmar “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento” Salmo 23:4. Miles de creyentes han probado esto. En las pruebas de la vida, Dios comprueba su fidelidad. Los seres humanos muchas veces fallamos como el tío con su sobrino, pero Dios es fiel y cumple con los suyos como ya ha prometido. –daj

Lectura Diaria:
1 Reyes 21 [leer]
/Jeremías 32:26-44 [leer]
/Hebreos 4:1-13 [leer]