Tiene que haber sido una experiencia especial para los discípulos observar a Jesús día a día tratando a todo el mundo con bondad. A veces sanaba, otras veces consolaba, y muchas veces enseñaba. Los apóstoles no guardaron para sí sus impresiones, sino las ha compartido con nosotros en sus escritos en el Nuevo Testamento.

 

Vemos a aquel (Jesús) que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos.” Hebreos 2:9.

 

Cuando el Verbo fue hecho hombre, tomó una forma que nunca tuvo antes. Se hizo hombre con el propósito de sufrir la muerte y luego resucitar para “llevar muchos hijos a la gloria” Hebreos 2:10. “Por la gracia de Dios,” Jesús gustó la muerte por todos. Al mismo tiempo era Aquel “por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria” fue afligido para llegar a ser al autor de la salvación de ellos, v.10. Grande misterio es la encarnación del Hijo de Dios. No es que el Santo Ser conocido como Jesús fuera 100 por ciento Dios y 100 por ciento hombre, porque así sería 200 por ciento. Tampoco fue 50 por ciento Dios y 50 por ciento hombre para llegar a los 100. Así sería mitad hombre y mitad Dios. Fue un ser como ningún otro ha habido ni habrá. Fue plenamente hombre y al mismo tiempo plenamente Dios.

 

Aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” Juan 1:14. La palabra “HABITÓ entre nosotros” tiene un significado especial; “MORAR dentro de una carpa”. La palabra también es traducida como “tabernáculo”. Para los judíos leyendo el evangelio de Juan, no sería difícil captar el significado porque ellos sabían la historia del Antiguo Testamento cuando los israelitas tenían en el centro de su campamento el Tabernáculo y dentro del Lugar Santísimo, una caja llamada el arca del testimonio. Estaba totalmente cubierta de oro y ellos sabían que sobre ella permanecía la gloria de Dios. Fue el símbolo de la presencia de Dios en su medio. Al saber que ahora el Verbo estaba “tabernaculando” entre ellos, podrían concluir que la gloria de Dios estaba presente en Él.

 

Los discípulos tuvieron la grata experiencia de conocer la gloria del Señor de cerca, “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” 2 Corintios 4:6, 14. “Y el que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice verdad, para que vosotros también creáis” Juan 19.35. Los milagros que hizo Jesús fueron señales de la gloria de Dios y algunas de ellas están registradas en los evangelios. “Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre” Juan 20:31. –daj

 

Lectura Diaria:
1 Samuel 18:6-19:7 [leer]
/Isaías 59 [leer]
/Romanos 4:23-5:11 [leer]