“Para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente” 1 Timoteo 3:15

Prosiguiendo con los distintivos de la iglesia universal y la iglesia local o asamblea, tenemos en quinto lugar que en la iglesia universal existe una posición de igualdad espiritual por la muerte vicaria del Hijo de Dios. No hay diferencia de género, ni diferencias raciales. Esto representó un impacto tremendo para el mundo del siglo primero. Dios elevó a la mujer a un status digno, a la par del hombre, en cuanto a las bendiciones y privilegios que vienen con la salvación, así como también a los no-judíos y a los que eran esclavos. Tanto el varón como la mujer tienen ahora la misma posición en la familia de Dios, y un mismo Padre. Dice el texto bíblico, “Un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos” (Efesios 4:5) y, “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gálatas 3:28).

Por el contrario, en una asamblea local sí hay distinción del rol del varón con respecto de la mujer, siendo el varón quien debe liderar en la congregación y la mujer aprender en silencio (1 Timoteo 2:11-12). De la misma manera, las mujeres no dirigen en el uso de los dones, la oración, la adoración o la enseñanza (1 Corintios 14:3-16, 1 Timoteo 2:12). También, la cabeza del varón debe estar descubierta mas no así la de la mujer, que debe cubrirse en las reuniones de la asamblea. La instrucción es muy clara en cuanto a que la mujer debe tener “señal de autoridad sobre su cabeza” (1 Corintios 11:10).

Este punto en cuanto al rol de la mujer en la iglesia local genera mucha discusión en círculos evangélicos llamados modernistas. Les parece arcaico y pasado de moda. De hecho, a veces es relativamente fácil identificar a creyentes de las asambleas que están buscando argumentos para no obedecer la Escritura pues se comienza poniendo en tela de juicio estos puntos, para luego proseguir con cuestionamientos de índole más general. Lo cierto es que debemos siempre tener presente que en el lugar que el Señor ha escogido para que se reúnan a su nombre, el señorío lo detenta el mismo Hijo de Dios. Una de las metáforas con las cuales el apóstol Pablo ilustra con respecto a la iglesia local es la “Casa de Dios” (1 Timoteo 3:15). La expresión no se refiere al edificio sino dirige nuestros pensamientos a la administración y autoridad en la asamblea. En la asamblea local hay una sola autoridad, la palabra de Dios y el objeto de reunirse es el nombre del Señor Jesús. En una sociedad indisciplinada y de rutina casual los creyentes marcan una gran diferencia pues se reúnen al nombre del Señor Jesús. Esto tiene otras implicancias que no consideraremos por el espacio, pero ha de influir también en el vestir, la presentación personal y el orden que debe guardarse, es la casa de Dios. rc

(Continúa)

 

Lectura Diaria:
1 Reyes 13:33-14:31 [leer]
/Jeremías 24-25 [leer]
/Colosenses 2:8-3:4 [leer]