Pablo el apóstol tuvo una crianza privilegiada estudiando en una escuela de renombre en Jerusalén. Como jóvenes hoy día se dejó llevar por la corriente política y religiosa de su día hasta que el Señor le hizo despertar a la realidad en las afueras de Damasco. Por eso tomo otra actitud para con sus logros como dice en el texto de cabecera.
“Cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo.” Filipenses 3:7.
Algunos padres que tienen hijos adolescentes están confundidos porque encuentran ciertas características en su prole que les dejan meneando la cabeza. Muchos padres quieren entender qué es lo que les gusta a los jóvenes en la música que escuchan, o la ropa que se ponen. Quieren entender la falta de seriedad con que enfrentan la vida. Si a los padres les cuesta saber, imagínese de ¡cuánto cuesta a los abuelos! Vivimos en la edad de la abundancia y el afán por adquirir más posesiones bloquea cualquier preocupación por otros valores, especialmente los valores espirituales. Dicen los padres que a los niños les falta disciplina, dedicación, sentido común, y otras faltas dignas de ser criticadas. Son mimados, regaloneados, y tratados con guantes de seda para no despertar un despliegue de enojo. Es el mismo cuento que se escuchó en las generaciones anteriores. Si los días presentes están peores que los anteriores, ¿quién tiene la culpa de haber permitido el deslizamiento hacia las nuevas modalidades?
Un padre de dos adolescentes escribió diciendo “ya vemos ciertos indicios preocupantes en el horizonte referentes a nuestros propios dos hijos. Las demandas de la vida y las tentaciones que se les presentan son tan sutiles que no sabemos cómo prepararlos para que no salgan dañados.” La cultura de la edad presente hace que todos piensan que tienen derecho a tener una existencia emocionante. Los niños se aburren a pesar de la proliferación de oportunidades que tienen. Buscan siempre algo para sentirse estimulados. Lo que les llamó la atención ayer tiene que ser remplazado con algo más deslumbrante hoy. Si no lo encuentran, dicen que están aburridos.
La tarea de los cristianos hoy día es enseñar a los niños como distinguir entre las riquezas verdaderas y las posibilidades que encandilan. La juventud necesita saber cómo navegar en el mar de placeres ofrecidos mientras ellos viven dependiendo de Dios para su verdadera felicidad, que es la felicidad espiritual. Pablo el apóstol dijo: “he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado” Filipenses 4:11-12. ¿Podemos decir lo mismo? Es un desafío para los padres y los abuelos. –daj P-460
Lectura Diaria: | ||
1 Reyes 22 [leer]
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/Jeremías 33 [leer]
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/Hebreos 4:14-5:10 [leer]
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