“Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda” Génesis 4:4
En el capítulo 4 de Génesis encontramos la dramática historia de Caín y Abel, y una muestra de lo que hace el pecado en la familia y en la sociedad. También tenemos principios permanentes con respecto a la salvación y la adoración a Dios y a la forma de acercarse a Él. Hay mucha enseñanza en este pasaje: Nos muestra lo que Dios considera relevante, lo que a Él le importa. Interesantemente, Abel es mencionado primero en vista de la preeminencia de su carácter espiritual siendo que es más joven que Caín.
Por el pasaje vemos que Caín y Abel eligen oficios que sin duda aprendieron de su padre Adán. También entendemos que probablemente vivían en las cercanías del huerto de Edén (ver Génesis 4:16). Lo importante y significativo es que ambos manifiestan fe personal y un deseo a priori de agradar a Dios. También ambos reconocen la prerrogativa de Dios de ser reverenciado y adorado y se acercan delante de Él con una ofrenda. La primera diferencia, si bien aún no representa nada objetivo, es que Caín trae algo que toma del fruto de la tierra, probablemente algo muy bueno, pero no es lo mejor. En cambio Abel trae de lo mejor que tiene (Génesis 4: 4). Él valora por sobre todas las cosas a Dios y busca y ofrece lo mejor que tiene en el momento. Esta es una marca de un verdadero adorador, uno que no retiene para sí lo que pudiera ofrecer al Señor, tal como María que ofreció todo el valioso perfume que poseía sin guardar nada para una ocasión posterior (Juan 12:3).
El resultado de las ofrendas de los dos hermanos es dispar. Es que, por sí solo, acercarse a Dios no es suficiente para ser acepto por Él. No por manifestar interés en las cosas espirituales se gana una bendición o aprobación divinas. Tampoco Dios recibe cualquier cosa que queramos presentarle. Dios “miró con agrado a Abel y a su ofrenda” y no fue así con la de Caín. Lo que aquí quiere decir es que Dios respondió con fuego del cielo y consumió la ofrenda de Abel, en una demostración visible de su aprobación a la manera del Antiguo Testamento (Génesis 15:17, Levítico 9:24, Jueces 6:11, 13:20). ¿Cuál fue la razón? Dice la Biblia que las obras de Abel eran “justas” es decir, era un pecador justificado y las obras de su hermano eran “malas” (1 Juan 3:12), es decir, era un pecador no justificado. ¿Qué hizo la diferencia? Hebreos 11 nos dice que la fe fue el punto distintivo entre ambos. Abel tenía fe y Caín no la tenía. Dios no podía recibir su ofrenda pues Caín no era justo para con Él. ¿Está usted tratando de acercarse a Dios sin ser salvo? ¿Está tratando de presentar ofrendas a Dios, su esfuerzo, su trabajo, para que Él le acepte? Primero debe ser justificado, primero debe ejercer la fe que salva, fe verdadera en el Señor Jesucristo recibiendo la salvación que Él ofrece por su muerte en la cruz, donde llevó sus pecados. Crea en Él y será salvo. rc
(continúa)
Lectura Diaria: | ||
Deuteronomio 1 [leer]
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/Eclesiastés 1-2:11 [leer]
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/Lucas 6:1-19 [leer]
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