“Abel el justo” Génesis 23:35

Abel tiene un corazón para Dios. Ambos hermanos recibieron la misma enseñanza y revelación que les muestran el carácter de Dios. Abel comprende y cree que para acercarse a este Dios santo, antes que nada debe haber una ofrenda por el pecado. Como ya hemos visto, toma lo mejor que tiene y lo ofrece al Señor. El no se presenta solo trayendo sus méritos personales sino más bien viene delante de Dios con una animal inocente. Un sustituto muere por Abel y por ésa fe es declarado justo (Mateo 23:35). Sin duda la misma revelación habría sido dada a Caín, pero él no la acepta. Antes bien, prefiere venir y presentarse ante Dios con “sus obras”. Trae del fruto de la tierra que es resultado directo de su esfuerzo personal. No hay nada malo en esto pero Caín desecha la figura del sustituto inocente y decide y pretende acercarse a Dios y obtener bendición con sus propios méritos.

Abel comprendió que primero es la ofrenda por el pecado, una ofrenda que es acepta porque es lo que Dios espera de los hombre. Caín parte al revés. Presenta obras antes de ejercer la fe. Se presenta a sí mismo con el fruto de su esfuerzo personal, sin un sacrificio hecho a su favor. Una vez más encontramos la figura del que quiere justificarse a sí mismo. Amigo lector, este es el mensaje del evangelio. Jesús vino a este mundo y dio su vida en la cruz derramando su sangre en precio del rescate de toda alma creyente, pudiendo satisfacer la necesidad de todo el mundo. Nada podemos hacer para merecer que Él nos mire sino la obra perfecta de Cristo en la cruz hecha a nuestro favor.  No intente ganar su salvación o aceptación de parte de Dios. Vaya a Jesús, crea en el y recíbale como su salvador. Sólo así será acepto o acepta delante del Padre. Sólo así podrá presentarse delante de Él sin temor. rc

(continúa)

Lectura Diaria:
Deuteronomio 2 [leer]
/Eclesiastés 2:12-3:15 [leer]
/Lucas 6:20-49 [leer]