“El pecado está a la puerta” Génesis 4:7

Caín quiso presentar lo que presenta el religioso. Una “ofrenda de obras”, una ofrenda del tipo que se presentan en gratitud después de haber sido salvado. Lo que debía presentar era una ofrenda por el pecado pues él no estaba justificado, necesitaba la muerte de un inocente por él en primer lugar y luego podría presentar frutos como muestra de gratitud. Pero era del maligno no era justo, hoy sería un no convertido.

El Señor le invita a hacer bien y rectificar su corazón y actitud, de lo contrario “el pecado está a la puerta”. El pecado es un amo cruel. El hombre natural no puede librarse de él por sus esfuerzos. Mas aún, no se da cuenta de su lazo. Dios advierte a Caín que con la red del pecado no se juega, este dominará y tomará el control de su conciencia y de su vida cada vez más. Ya lo dijo Jesús: “De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado” (Juan 8:34). Dios le dice a Caín que si no ofrece la ofrenda que debería ofrecer (si bien hicieres). En ultimo término, la figura de la puerta le dice a Caín que su pecado está siempre ahí, presente, vigente. El Targum judío parafrasea el verso 7 de la siguiente manera: “tu pecado está reservado para el día del juicio”. Siempre presente y nunca se irá pues “está a la puerta”. Ya lo escribió Salomón: “El que encubre sus pecados no prosperará” (Proverbios 28:13a). ¿Está el lector encubriendo su pecado?, no podrá librarse de él, le acusa, le condena.

La buena noticia es que Dios ofrece el perdón. Ya lo hizo con Caín y este lo desechó, pero la Biblia lo vuelve a decir una y otra vez. Salomón mismo nos completa el versículo con las siguientes palabras: “Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia” (Proverbios 28:13b). El perdón para el que confiesa su pecado es seguro, pues Dios ha provisto quien llevó nuestros pecados en la cruz del Calvario, el Señor Jesús de quien el animal que Abel presentó en su favor era una figura. David ya lo dijo gozándose en el perdón de Dios:

“Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño. Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; Se volvió mi verdor en sequedades de verano. Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado” (Salmo 32:1-5)

¿Tiene el lector esta experiencia? ¿Han sido perdonados sus pecados? Para el que no ha recibido a Cristo, el pecado está y seguirá a la puerta, reservado para el día del juicio (Apocalipsis 20:12, 13). El que ha confiado en Cristo tiene más que la ofrenda de Abel, tiene al sustituto perfecto que le permite ser acepto delante de Dios, al mismo Hijo de Dios. Reciba el don de Dios por gracia y crea en Cristo para su salvación. rc

Lectura Diaria:
Deuteronomio 4 [leer]
/Eclesiastés 5-6 [leer]
/Lucas 7:30-50 [leer]