“Nada hay imposible para Dios” Lucas 1:37

Zacarías y Elisabet se gozan privadamente con el milagro ocurrido en sus vidas. Después de años sin poder concebir, Elisabet ha pasado seis meses esperando la llegada de su primer hijo. El hijo único que les va a nacer tendrá un ministerio importante treinta años más tarde. En el sexto mes de su embarazo, “el ángel Gabriel fue enviado por Dios … a una virgen desposada … y el nombre de la virgen era María.” Lucas 1:26-27. El saludo del ángel informa a María que es “muy favorecida.” Le asegura que goza de la presencia del Señor consigo, y por haber sido escogida para cumplir una labor importantísima, es “bendita entre las mujeres.” María se turba por lo escuchado y “pensaba qué salutación sería esta.” v.29. “Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.” Si hasta aquí hay motivo para preguntarse de que se trata lo dicho por el ángel, enseguida es informada de algo más trascendental, “Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.” v.31. Después de escuchar una serie de detalles sobre la grandeza del niño por nacer, María pregunta “¿Cómo será esto? pues no conozco varón.” v.34. “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios” v.35.

Al mismo tiempo que María supo de la concepción de Jesús, el ángel le informó que su parienta Elisabet “había concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella.” v.36. Frente a esta noticia insólita, el ángel dice: “Nada hay imposible para Dios.” v.37. La humilde respuesta de María revela que ha aceptado con fe todo lo dicho por el ángel. “He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia.” v.38. Dentro de pocos días, María dejó Nazaret para dirigirse a una ciudad cercana a Jerusalén, en la parte montañosa de Judá. La visita de María ha de ser más que una visita de cortesía a su parienta. Lo que pasó al llegar sería una confirmación de todo lo que había escuchado del ángel. Apenas entró María en la casa, vería a Elisabet con sus seis meses de embarazo. Esto sería una confirmación de todo lo que había escuchado. Cuando se escuchó la voz de María, sin que ella dijera nada acerca de su propio secreto, Elisabet sintió que la criatura en su vientre “saltó … y Elisabet fue llena del Espíritu Santo.” v.41. Las palabras de Elisabet están llenas de significado. No se basan en información entregada por María, sino en lo que el Espíritu Santo le hace decir. Hace mención del privilegio singular de María, “Bendita tú entre las mujeres,” y hace mención del “fruto de tu vientre.” El cuerpo de María no habría cambiado mucho y Elisabet habla de la criatura en su vientre. María no está casada todavía, y si su condición hubiera sido el resultado de algún pecado cometido por una soltera, ni Zacarías ni Elisabet la habrían recibido en casa, pues “ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor.” Lucas 1:6. No hay rechazo sino aceptación de parte de ellos, y aprobación, “Bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor.” Lucas 1:45. María no había dudado de la noticia del ángel referente a Elisabet, y su visita a su parienta confirmó todo lo revelado.

Terminada la visita de María a Elisabet, se vuelve a Nazaret donde José se preocupa por su condición y el ángel le asegura que todo está bien. José se casa con María y pronto han de trasladarse a Belén para que el gran milagro de la Natividad ocurra. “… nuevas de gran gozo, … os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. … ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, (la) buena voluntad (de Dios) para con los hombres!” –daj

(Continúa)

 

Lectura Diaria:
Nehemías 10:1-11:36 [leer]
/Zacarías 7:1-14 [leer]
/Apocalípsis 15:1-8 [leer]