“Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido” Mateo 5:18

La ley de Dios, su palabra, está por encima de toda revelación humana, es preeminente. También el Señor Jesús nos enseña que perdura en el tiempo, no queda obsoleta, no pasa de moda no se desactualiza. Luego, además de preeminente, la ley es permanente, y por lo tanto tiene mucho que enseñarnos y demandarnos en todo tiempo, en todas las épocas. A diferencia de los tratados y disposiciones legales humanas que cada cierto tiempo necesitan revisiones, enmiendas y rectificaciones, la ley de Dios es un absoluto inmutable.

Lo que los judíos hacían era sustituir la ley de Dios por tradiciones inventadas, humanas. Jesús comenzó a cumplir la verdadera ley y será toda cumplida en todo sentido en segunda venida según el mismo lo señala. Esa es la visión de Cristo de la escritura: perenne, permanente, vigente y también debiera ser la nuestra. Pero lo que Jesús afirma en este versículo es notable: primero, el cielo y la tierra han de pasar, es un hecho, es cosa de tiempo. Dice el salmista: “Desde el principio tú fundaste la tierra, Y los cielos son obra de tus manos. Ellos perecerán, mas tú permanecerás; Y todos ellos como una vestidura se envejecerán; Como un vestido los mudarás, y serán mudados; Pero tú eres el mismo, Y tus años no se acabarán”. El salmista compara el universo finito con el Dios eterno, y también da por cierto que este se acabará (ver también Isaías 34:4, 51:6, “ Pedro 3:7). En mateo 24:5 el Señor nos dice: “Los cielos y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”. A lo largo de toda la Biblia se nos anuncia el final del universo como lo conocemos. En contraposición, el Señor está afirmando que su palabra permanece para siempre. Él la ratificó, y mencionó muchas veces su vigencia. Lo hizo en la historia del rico y Lázaro: “a Moisés y los profetas tienen, óiganlos” (Lucas 16), porque creía en la suficiencia del antiguo testamento para instruir y llevar a la salvación al hombre. Jesús también enseñó que el hombre equivoca sus reflexiones, conclusiones y pensamientos por ignorar las Escrituras (Marcos 12:24). ¡Cuánta ignorancia, desvarío y equivocación sólo por ignorar las Escrituras!. Si tan sólo le pusiésemos atención nuestra vida cambiaría por completo. El mismo Jesús fue a la cruz porque el antiguo testamento así lo estipulaba. Su palabra se cumple y el Señor la cumplió. Todo lo necesario para nuestra salvación él lo cumplió. Todo lo que está pendiente de acuerdo a su plan, Él lo cumplirá antes que el cielo y la tierra pasen.

¿Qué ha hecho el lector con la Palabra de Dios? ¿Ha de recibir a Cristo y creer en Él, que es Dios?,  entonces debe prestar más atención a la Biblia, la palabra de Dios, la ley de Dios.  Para todo el que escucha o lee la ley de Dios, esta se encuentra plenamente vigente, y así lo estará para siempre. Nuestro deber, que Dios nos demanda con respecto de su ley, es múltiple: en primer lugar debemos recibirla (Santiago 1:21); también debemos honrarla (Salmo 119:103); luego debemos estudiarla (2 Timoteo 2:15); debemos defenderla (Judas 3) y, por último, debemos proclamarla (2 Timoteo 4:2). ¿Cómo está la apreciación por la Palabra de Dios en el lector? Haremos bien en tener presente que ésta permanece para siempre. rc

 

Lectura Diaria:
Nehemías 4:1-23 [leer]
/Hageo 1:1-15 [leer]
/Apocalípsis 9:1-21 [leer]