“Para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones” Lucas 2:35

Una de las consecuencias de las crisis serias por las que puede atravesar una persona, una familia, una iglesia o una sociedad, guardando las proporciones, es que se hacen manifiestas las convicciones y los afectos de las personas. La manera cómo reaccionamos frente a la prueba dice mucho con relación a lo que nuestro corazón valora o considera importante, de lo que último término hay en nuestro corazón.

La pregunta a hacerse es ¿cómo reacciono yo frente a una dificultad? ¿qué actitud tomo cuando las cosas se ponen complicadas? Una reacción es la agresividad pasiva, callar y envolverse en sí mismo con un corazón resentido e irritable. Tenemos en la Biblia el caso de Caín. Cuando Dios no mira con agrado a él y a su ofrenda, “se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante” (Génesis 4:5). El resultado de esta actitud es siempre negativo hacia la persona misma y hacia los demás. Dios trata con Caín de manera tierna y le ofrece enmendar rumbo: “si bien hicieres, ¿no serás enaltecido?” (Génesis 4:7), pero la advertencia sigue a continuación: “y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta…” (Génesis 4:7). Sabemos por la escritura que Caín no tenía un corazón para Dios. En esta época no sería un cristiano. Dice que “Caín… era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas” (1 Juan 3:12). ¿Pudiera un creyente en Cristo reaccionar de esta manera? Es posible, pero es una reacción inapropiada, egoísta y propia de uno que no conoce a Dios.

Tenemos el caso de Job, que ante la pérdida súbita y total de todos sus bienes y de sus hijos revela una profunda confianza en su Dios, y su aceptación de la voluntad divina de manera irrestricta y devota: “Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito” (Job 1:21). Esta actitud marca un contraste notable con la citada en el párrafo anterior. Nos muestra la actitud que Dios valora y bendice. Sin duda Job no conocía ni comprendía completamente las razones por las que Dios le estaba probando. Así también el creyente no ha de buscar explicaciones más allá de tener presente que su Dios es bueno,  que “el Señor es muy misericordioso y compasivo” (Santiago 5:11), pero que es soberano. Job honró a Dios, le glorificó, y reconoció que estaba en su mano y en sus prerrogativas el disponer de su vida como él quisiera. Cuando todo va bien, podemos pretender que confiamos en Dios. Cuando la crisis viene, se revelan los pensamientos y convicciones del corazón, se manifiesta realmente lo que hay en el interior. Job frente a la prueba evidenció su confianza en Dios. ¿Qué pensamientos de su corazón se revelan cuando viene la prueba? rc

Lectura Diaria:
Números 28 [leer]
/Proverbios 24 [leer]
/Lucas 2:1-21 [leer]