¿Qué aprendemos de la purificación del templo, cuando Jesús echó fuera a los comerciantes que estaban dentro? Miremos algunas enseñanzas.
“El celo de tu casa me consume” Salmo 69:9
¿Dónde hizo el Señor su primer milagro? La mayoría sabe que ocurrió en Cana de Galilea cuando cambió el agua en vino. Terminadas las festividades del casamiento, el Señor junto a su madre, sus hermanos y sus discípulos descendieron a Capernaum, y estuvieron allí no muchos días. Por otros textos en la Biblia sabemos que el Señor Jesús estableció su residencia en Capernaum, ciudad marítima, al lado del mar de Galilea. Dentro de poco tiempo el Señor hizo su primera visita a la ciudad de Jerusalén. Un hecho destacado de la visita es que entró en el templo y echó fuera a los negociantes que se habían instalado allí. El Señor visitó el templo en Jerusalén al comienzo de su ministerio público y también cando finalizaba su ministerio aquí en el mundo. En ambas oportunidades, Jesús limpió el templo de elementos no deseables. Jesús fue a Jerusalén era porque estaba cerca la pascua de los judíos. Como un judío devoto y respetuoso de la ley, es de esperar que iría a Jerusalén para celebrarla. Llegado al templo, halló que los negociantes ya habían llegado y junto a los cambistas habían cambiado el carácter del templo con sus prácticas comerciales y merecieron las palabras de repudio dadas por el Señor. Llama la atención la brusquedad del lanzamiento a la calle. Es que Jesús halló en el templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas allí sentados. Haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos con sus animales, y esparció las monedas de los cambistas, volcando las mesas. ¿Acaso hubo necesidad de que el Señor les dijera que eran personas non gratas?
A los que vendían palomas: Jesús dijo en forma categórica, “Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado.” Los que vendían palomas podrían haber pensado que por vender a los pobres se escaparían de la reprimenda, pero no fue así, y nadie escapó. Jesús tiene autoridad para actuar de esta forma. Al llamar al templo “la casa de mi Padre”, se identifica estrechamente con el lugar como para decir que debe ser el lugar donde la voluntad del Padre prevalezca y por tanto, los que se habían apoderado de los puestos eran intrusos. La historia secular informa que los puestos eran vendidos por el mismo sumo sacerdote y su familia al postor que ofrecía más dinero. En verdad, habían cambiado el carácter del templo de ser un lugar sagrado a ser un lugar de negocios. El acto del Señor Jesús de echar fuera a los cambistas y vendedores de animales tiene hondo significado. Es como si Él dijera “basta, limpiemos este lugar para que esté en condiciones correctas para la celebración de la Pascua”. ¿Hay alguna enseñanza para nosotros en esto? Es decir, ¿Hay algo que nos atañe en el día de hoy? Por supuesto que sí. Pues bien, si Dios es santo, los lugares que le pertenecen deben reflejar su carácter. Hacer un negocio de las cosas santas es totalmente contrario a la gracia y la santidad de Dios. ¿Y no es cierto que la religión en algunos sectores tiene más interés en el peso que en el pecador? Hay muchas así llamadas iglesias que tienen sus ojos puestos en la colecta y no en el corazón. Aprendamos por la actitud del Señor Jesús que tales prácticas deben de terminar para que la santidad de Dios esté presente.
La lección principal es que cualquier servicio religioso no debe ser usado para enriquecerse. No hubo nada cruel ni injusto en las acciones del Salvador, sino solamente estableció su santidad, su justicia, y su autoridad. Al ver la acción del Señor, se acordaron sus discípulos que está escrito: “El celo de tu casa me consume.” Salmo 69:9. Al interpretar la acción del Señor con la Escritura debe ser un modelo para nosotros. El Salmo 69 tienen muchas alusiones al Señor. Cristo es anunciado en diferentes partes del Salmo y lo que hicieron los discípulos al interpretar la acción del Señor Jesús a la luz de las Escrituras nos justifica a nosotros cuando hacemos cosa igual. Los discípulos vieron un celo intenso y unilateral, enfocado en el templo. Cristo quería que la adoración de Dios fuese pura y sin ser mezclada con prácticas monetarias. La acción del Señor Jesús fue producto de un principio bíblico, anunciado de antemano en la Biblia, “el celo de tu casa me consume.” Ser consumido por una pasión es ser completamente controlado por ella. Esto fue lo que le llevó al Señor a actuar con denuedo, con decisión y fuerza. No le importaron las pérdidas que iban a sufrir los cambistas y otros. El honor de Jehová fue más importante y si requería el volcamiento de mesas y el lanzamiento de los negociantes, así sea. Esta limpieza del templo tiene otra lección importante. Leemos en la Biblia que el cuerpo del creyente es templo del Espíritu Santo. Desde que una persona deposita su fe en Cristo, viene el Espíritu Santo a morar dentro de ella. Su cuerpo llega a ser templo del Espíritu Santo. Preguntémonos, si el Señor viniera a mí templo, ¿Qué cosas sacaría? ¿Cuáles serían las cosas que Él lanzaría para que no me ensucien y me estorben? Hay otra lección similar. También la iglesia local es llamada templo del Espíritu Santo. Y si el Señor viniera a una iglesia local, ¿Qué cosas echaría fuera? ¿Cuáles serían las prácticas que Él suspendería? ¿Cuántas mesas directivas serían volcadas? Hay creencias y prácticas que no tienen ninguna base bíblica. Cuando Pablo escribió a la iglesia en Corinto, les informó que por algunas de sus prácticas, no les alababa, “porque no os congregáis para lo mejor, sino para lo peor.” Se reunían como iglesia, invocaban el Nombre del Señor Jesús, desarrollaban ciertas actividades pensando que Dios estaba con ellos, pero se equivocaron. De Juan el capítulo 2 aprendamos que el Señor viene a lo que es suyo y ejerciendo su autoridad echa fuera lo que le desagrada. Dejemos que Él ejerza su autoridad en nuestra vida. –daj
Lectura Diaria: | ||
Levitico 3:1-17 [leer]
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/Salmos 116:1-117:2 [leer]
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/Marcos 3:13-35 [leer]
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