“Y todos comieron el mismo alimento espiritual” 1 Corintios 10:4

El privilegio del pueblo de Israel fue tremendo. Al hecho sobrenatural y único de haber recibido pan del cielo, pan auténtico que les alimentó supliendo todas sus necesidades nutricionales durante muchos años, se añadió el hecho de que ellos fueron alimentados espiritualmente durante todo ese tiempo. Tuvieron la ley y la revelación de Dios, primero en palabras de Moisés y luego además entregadas en piedra. Israel tuvo alimento espiritual verdadero, disponible en todo tiempo. Las naciones vecinas tenían ídolos, y vivían en oscuridad. Existe registro arqueológico de los crímenes y desviaciones de estos pueblos que no conocían al Dios del cielo.

Así ocurre siempre. Quien no conoce a Dios vive en incertidumbre respecto del futuro y del sentido de la existencia. Si bien hay educación en las personas,  hecho que pudiera disfrazar la pobreza que resulta de no conocer a Dios, al final se cumple lo que dice Pablo cuando escribe a los Efesios antes de convertirse: “En aquel tiempo estabais sin Cristo… sin esperanza y sin Dios en el mundo” (Efesios 2:12). Lo interesante para nosotros es que el mismo alimento espiritual provisto en el desierto para el pueblo hebreo está disponible hoy para todo ser humano. El Señor Jesús hace esta maravillosa revelación a un grupo de incrédulos judíos que recordaban el maná solamente como un hecho sobrenatural de orden material sin haber reparado en su significado más profundo –el espiritual– asociado. Leemos en Juan: “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre” (Juan 6:51).

Jesús nos dice que tal como el maná  descendió del cielo, él también ha descendido del cielo. El maná era figura suya y no fue recibido de ésa manera por el pueblo, incluso una vez dijeron: “nuestra alma tiene fastidio de este pan” (Números 21:5)  y no fueron capaces de ver a Cristo, pues el alimento espiritual era Cristo, que era la roca que los seguía (1 Corintios 10:4). Jesús se presenta como el maná del día de hoy capaz de saciar el hambre y la necesidad espiritual de toda la humanidad y de cada individuo en particular. Jesús nos asegura: “el que come de este pan vivirá eternamente” (Juan 6:58). No busque el lector donde no hay alimento, no desprecie la provisión de Cristo. El pueblo hebreo degustó del pan espiritual y pereció porque no le apreció. Crea en el Señor Jesús de todo corazón y tendrá la vida eterna. –rc

(continúa)

 

Lectura Diaria:
Génesis 49:1-23 [leer]
/Salmos 28:1-29:11 [leer]
/Mateo 27:1-26 [leer]