“Y todos bebieron la misma bebida espiritual” 1 Corintios 10:4

Israel recibió agua fresca y pura cuando tuvo sed. No obstante una vez más, antes de recibir ésa agua, habían mostrado su incredulidad y desconfianza hacia su Dios libertador. En Deuteronomio Moisés les recuerda que en realidad Dios tenía siempre un objetivo superior al material. No se trataba sólo de satisfacer necesidades físicas sino que todo tenía un trasfondo espiritual. La sed que sintieron tenía por objetivo atraerlos más hacia Dios: “te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos” (Deuteronomio 8:2).

Dice Pablo a los Corintios que los israelitas “bebían de la roca espiritual que los seguía” (1 Corintios 10:4). Cristo estuvo siempre sosteniéndoles y dándoles agua espiritual. Podemos decir algo más de esa agua por lo que conocemos en el nuevo testamento. Ya que la fuente de esa agua era Cristo mismo, comprendemos un poco más de lo que él ofreció al pueblo de Israel en la historia que tenemos en Juan 4. Hablando con una mujer samaritana que iba al mediodía al pozo de Sicar a buscar agua, Jesús le dice: “Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva” (Juan 4:10). Otra vez dice Jesús: “el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” (Juan 4:14).

Los israelitas tuvieron a su alcance el agua cuyo resultado es la vida eterna. La roca espiritual –Cristo mismo– les acompañó y proveyó, pero ellos no le recibieron ni bebieron de ella. No lo hicieron en el desierto y despreciaron la roca espiritual, ni lo hicieron el Palestina despreciando al mismo Hijo de Dios, la roca verdadera (Mateo 16:18). Sin embargo, su oferta está aun vigente: “El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva” (Juan 7:38) ¿No quieres beber de esa agua, de esa Roca? Él da el agua viva ahora, de la misma manera que la dio en el antiguo testamento. Como mencionamos al principio, y consideraremos nuevamente en una próxima meditación, lo triste es que a los israelitas no les aprovechó el haber bebido del agua de la roca. Su rechazo al Dios de Israel significó que la gran mayoría pereciera en el desierto. ¿Ha creído el lector en el Señor Jesús? Beba de la roca eterna, y saciará la sed espiritual, para siempre. rc

(continúa)

Lectura Diaria:
Levitico 6:8-7:10 [leer]
/Salmos 106:1-48 [leer]
/Hechos 28:1-16 [leer]