¿Porqué Cristo vino cuando vino? Veamos algo acerca de

“Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, y nacido bajo la ley” Gálatas 4:4

Este es un versículo muy profundo. En el pasaje se está refiriendo al cumplimiento de la promesa dada por Dios a Abraham. Los siglos transcurrieron y, en cierta medida, la promesa se había olvidado y, por esa razón los líderes religiosos del tiempo del nacimiento de Cristo, no le estaban esperando (Mateo 2:5). Pero Dios es fiel, y la fidelidad divina requería que la promesa hecha se cumpliese en el tiempo que Dios había determinado en su soberanía. En el versículo Pablo alude a ese hecho, aunque, sin duda, la extensión es mucho más amplia, puesto que se trata de la aparición del Mesías, el Redentor del mundo, cuya misión había sido establecida por Dios en soberanía, desde antes de la fundación del mundo.

La primera cláusula es la expresión concreta de la soberanía de Dios: “cuando vino el cumplimiento del tiempo”. Es necesario entender que el tiempo en que Dios da cumplimiento a la promesa y envía al mundo a su Hijo, ocurre cuando el tiempo histórico colmó (plhvrwma) el tiempo previsto y determinado por Dios, de otro modo, el tiempo histórico llegó a la meta establecida para ese acontecimiento, o lo que es igual, el tiempo de espera se había cerrado porque había llegado a su plenitud. Esa plenitud del tiempo traía como consecuencia la aparición de Jesucristo, el Verbo eterno encarnado. ¡Es la irrupción de Dios en la historia humana!

Dios determinó el tiempo para el cumplimiento de la promesa y con ella la operación redentora que Pablo menciona en el texto. El Plan de Salvación en su aspecto redentivo se iniciaba hasta la culminación en la muerte, resurrección y ascensión del Redentor.

Esta es una innegable manifestación de la soberanía divina, vinculada al decreto divino y se entiende de un modo pleno en que todas las cosas han recibido su lugar en la creación y en el tiempo por Su sola voluntad. Basten unos textos para establecer la verdad sobre la soberanía divina: “Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos. Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y dar poder a todos” (1 Crónicas 29:11-12). “Puesto que el Señor Dios es Altísimo, hace todo conforme a su voluntad, y nadie puede detener Su mano, ni decirle: ¿Qué haces?” (Daniel 4:35). Al afirmar que Dios es soberano se declara que es el Omnipotente, poseedor de toda potestad en cielos y tierra, de modo que nadie puede frustrar sus consejos, impedir sus propósitos, ni resistir su voluntad (Sal. 115:3). Es reconocer que es “solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores” (1 Timoteo 6:15). — Samuel Pérez-Millos

(Continúa)

Lectura Diaria:
Números 22:39-23:26[leer]
/Proverbios 20-21:11 [leer]
/Santiago 4:13-5:20 [leer]