¿Cómo está tu vida en estos días? La vida se vive en diferentes niveles. Todos queremos vivir arriba en la montaña. Lea acerca de la vida en tres dimensiones.
“Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento” Salmo 23:4

Todo ser humano experimenta la vida en tres dimensiones. Vivimos en la parte plana, pero a veces subimos a las alturas. A veces bajamos al valle. La felicidad y lo agradable de la vida está relacionado con las montañas pues sentimos como el ánimo se eleva y respiramos aire puro. La bóveda del cielo arriba nos invita a mirar lejos, lo cual llena el corazón de esperanza y con mucho deleite miramos hacia el horizonte distante. Es difícil vivir siempre en la montaña pues las actividades cotidianas se llevan a cabo abajo en la parte plana. Ahí vivimos y trabajamos; allí nos reímos y lloramos; allí somos probados y con el fortalecimiento del Señor, nos mantenemos. Como dijera el salmista, “Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro?” (Salmo 121:1). A renglón seguido, se contestó a sí mismo, “Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra” (v.2).

Cuando las pruebas ocurren en la vida, desafortunadamente muchos no se animan a mirar al monte sino descienden al valle. En el valle, las paredes bloquean el horizonte distante y lo visible del cielo es reducido. En la Biblia, estar en el valle conlleva la idea de peligro o de sentirse derrotado. Pero Dios no abandona a los suyos que se desaniman. Les invita a buscar fuerza en Él, “Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas,… Atravesando EL VALLE DE LÁGRIMAS lo cambian en fuente,.. Irán de poder en poder; Verán a Dios en Sion” (Salmo 84:5-7). Pero muchas veces el valle es necesario y depende de nosotros el obtener provecho de esa experiencia. Kelly Willard compuso un poema que canta Steve Green, acerca del “valle escondido”. Dice que en ese valle escondido se fortalece el corazón, se enfrentan los miedos, se templa el espíritu, se sobrevive a la tormenta y se aprende a cantar. Ese valle finalmente viene a ser una escuela donde “un pastor se volverá rey”, en alusión al dulce cantor de Israel.

Quizás el valle más oscuro sea “el valle de sombra de muerte”. El Señor nos asegura que en este caso está con nosotros como el Buen Pastor y por eso no hay que temer “mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento” (Salmo 23:4). Es lindo estar activo en el plano y es exhilarante estar arriba en la montaña, pero a veces descendemos al valle. Podemos salir fortalecidos del valle, podemos templar nuestro espíritu, podemos tener un encuentro con Dios. Gracias a Dios por el Buen Pastor que nos acompaña y nos consuela. Allí experimentamos los cuidados del Señor quien prepara “mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando” (v.5).

Los cuidados de Dios pueden ser conocidos en las tres dimensiones de la vida pues Él está en todas partes. Sin embargo, es preferible vivir en las alturas andando en comunión con Dios. –daj/rc

Lectura Diaria:
Jueces 9:1-10:5 [leer]
/Isaías 30:1-33 [leer]
/1 Corintios 9:1-23 [leer]