El capítulo 15 de 1 Corintios trata el tema de la resurrección de Jesucristo de entre los muertos. También hay otros pasajes que nos describen el hecho. Veámoslos.

“Acuérdate de Jesucristo, del linaje de David, resucitado de los muertos conforme a mi evangelio” 2 Timoteo 2:8

En Hechos 1:3, Lucas escribió que Jesús “… se presentó vivo con muchas pruebas indubitables”. Las pruebas son numerosas y Pablo cita algunas indicando que Cristo “… apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí” (1 Corintios 15:5–8). El apóstol no mencionó a todos los que vieron a Jesús resucitado, pero hizo referencia a un suficiente número para no dejar ninguna duda al respecto. No mencionó a las mujeres ni a los dos discípulos que iban a Emaús cuando Cristo se allegó a ellos. Mencionó lo suficiente para comprobar la resurrección corporal del Señor Jesús y luego su ascensión al cielo.

Pablo mencionó que Cristo fue visto por más de quinientos hermanos a la vez. Cuando él escribió la carta, aún vivían la mitad de este número, todos testigos oculares que podrían ser entrevistados con respecto a su experiencia. Sin duda, dicho testimonio sería incuestionable y la gente de aquel entones podría fácilmente desafiar a Pablo para presentar a estos testigos. Luego Pablo dijo: “Y yo mismo lo vi.” Se refería a su experiencia en el camino a Damasco, cuando vio a Jesús en gloria. Reconoció en aquel instante que Cristo estaba vivo, un hecho que él había negado hasta aquel momento. Pablo dio testimonio que lo vio y por esto afirmaba sin lugar a dudas que Cristo estaba vivo, resucitado, y sentado en el cielo. También le escuchó decir su nombre. El testimonio de la Biblia con respecto a las pruebas de la resurrección es clarísimo. Los que hemos aceptado el hecho como una verdad inmutable, nos gozamos porque Cristo está vivo en los cielos y su presencia allá es nuestra garantía que en un día en el futuro, estaremos con El. Jesús había dicho que iba a preparar el lugar para los suyos, y agregó: “Para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14:19). Es la fe en su palabra que nos da esta confianza y es la fe en Él que hace visible a los ojos espirituales lo que es invisible al ojo físico.

Unos años atrás en una reunión pública, un orador ateo hizo burla de los cristianos que creemos que Cristo está vivo. Finalizó su charla desafiando a cualquiera que refutara sus dichos. De repente una señora de edad avanzada concitó la atención de los asistentes mientras se dirigía a la tarima. El orador la esperó y llegando ella al espacio frente a la plataforma, ella dijo, “¿es verdad que usted dice que Cristo no está vivo? ¿No cree usted joven que Cristo haya resucitado? Con una sonrisa burlona y una voz sarcástica, el joven dijo: “Así es abuelita”. Se mantuvo firme la anciana y dijo: “usted está equivocado.” Siguiendo su actitud irónica, le preguntó, “y ¿cómo sabe esto, mi linda? La respuesta sencilla de la anciana hizo estallar un cerrado aplauso. “ES QUE CONVERSÉ CON ÉL ESTA MAÑANA”. “Acuérdate de Jesucristo, resucitado de los muertos …” (2 Timoteo 2:8). –daj

(Continúa)

Lectura Diaria:
Jueces 2:6-3:4 [leer]
/Isaías 22:15-23:18 [leer]
/1 Corintios 2 [leer]