Prosiguiendo con el estudio de las viudas que menciona Lucas, nos corresponde considerar la cuarta de ellas, la viuda de “la ciudad”. EL tema principal es la oración, y la necesidad permanente de orar.

“También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar” Lucas 18:1

 

Esta es una parábola profética. Viene del capítulo anterior, donde Jesús ha hablado de la venida del Reino de Dios. Su objetivo está claramente explicitado en el versículo mencionado: La necesidad de orar siempre y no desmayar. Existe el pecado de la no-oración, el cual tenía muy presente el profeta Samuel: “Así que, lejos sea de mí que peque yo contra Jehová cesando de rogar por vosotros” (1 Samuel 12:23). Esta parábola nos recuerda que la verdadera petición requiere re-petición. El juez injusto está puesto sólo como contraste para destacar el hecho de que si aun un individuo como él, sin temor de Dios ni respeto por sus semejantes contestó la petición de la viuda insistente, cuánto más el Padre, amante y bondadoso, no dará a los suyos que oran a él. Se ha dicho de “la oración puede modificar los medios, tiempos y las maneras de Dios de ejercer su voluntad soberana”.

 

Hay cosas interesantes en esta parábola. Acá debemos incorporar un punto en esta secuencia de relatos de viudas que Lucas nos despliega en su evangelio, pues subyace una secuencia dispensacional en estas historias: La progresión vista en ellas es de una condición de esperanza, servicio, adoración y testimonio (Ana, la viuda del templo). Esta condición es propia de un creyente. La segunda viuda (Sarepta) nos muestra la realidad diaria de la seguridad definitiva del creyente, pero sometido a pruebas, privaciones y bendiciones en su peregrinar, para lo cual tiene provisión en la persona de Cristo, su Palabra y el Espíritu Santo (la harina, el aceite y el agua). El relato de la viuda de Naín nos esboza la resurrección de los justos en un día futuro, cuando venga el Señor y este hecho marque el fin de la dispensación de la iglesia. Luego viene el período de la tribulación, esbozado en la condición de esta viuda de la ciudad que clama por justicia o venganza: “Hazme justicia de mi adversario” (Lucas 18:3).

 

La oración de la viuda ante el juez no pertenece a la iglesia cristiana. Los creyentes, objetos de la gracia, no podemos desear venganza (Romanos 12:19-21), pero habrá un momento en que el clamor de venganza expresado por esta viuda será apropiado. Así, esta parábola es la continuación de la enseñanza del capítulo 17 – la venida del Reino y la manifestación del Hijo del Hombre. Esta parábola es la continuación del relato de su venida en gloria y juicio. Algunos autores ven una analogía entre esta “ciudad” de la viuda con la ciudad mencionada en el capítulo 17 (Sodoma y la mujer de Lot). Como quiera que sea, la ciudad mencionada por el Señor Jesucristo representa una ciudad espiritual donde el justo es atribulado en un mundo post iglesia, incrédulo y perverso: “La grande ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto” (Apocalipsis 11:8).

 

¿Quién sufre en la Gran Tribulación? Según la Escritura, la posición y condición presente de Israel es de viudez. Israel es una viuda hoy: “¡Cómo ha quedado sola la ciudad populosa! La grande entre las naciones se ha vuelto como viuda” (Lamentaciones 1:1) e Israel sufrirá en este período oscuro y terrible. Sin embargo, en el sentido de la parábola que nuestro Señor relata, debemos enfocarnos en el significado primario por el cual Él la contó, y lo que quiso recalcar: “La necesidad de orar siempre y no desmayar”. Que los herederos actuales de la salvación recordemos que en cada edad “Los ojos del Señor están sobre los justos, Y sus oídos atentos a sus oraciones; Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal” (1 Pedro 3:12). –rc

(Continúa)

Lectura Diaria:
Deuteronomio 25-26:15[leer]
/Jonás 3-4 [leer]
/Lucas 13:1-31 [leer]