Desde el año 1960 he usado como nombre de referencia, Palabras de Vida. Me base en el texto en Juan 6 mencionado en la meditación de hoy. No solamente nuestro sitio web es llamado por ese nombre, sino también una Imprenta y un programa radial. Jesús es Aquel que tiene Palabras de Vida Eterna
“Los alguaciles respondieron: ¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!” Juan 7:46.
A través de la historia de la humanidad, se han presentado hombres de gran talento y erudición. Además de asombrar al mundo con sus virtudes y conocimientos, han contribuido eficazmente al saber positivo. De seguro no nos alcanzaría suficiente espacio para destacar las vidas y los hechos de tales hombres. Sus nombres están escritos en las abultadas páginas de la sabiduría humana. Pero cuando consideramos la vida del Señor Jesús con sus hechos, sus palabras, y su poder, no hay nadie comparable a Él. Muchos inspirados oradores han pasado por esta tierra, pero no se ha levantado ninguno, que como nuestro Señor Jesucristo, llegara tan directamente a los corazones con sus palabras. Un grupo de alguaciles fue enviado a tomar preso a Jesús. Volvieron con las manos vacías, diciendo a sus patrones, “Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre”. Las palabras del Señor eran palabras de amor profundo; palabras de divina esencia; palabras maravillosas.
Las palabras del Señor Jesús eran de otra índole, de otro país, de otra procedencia. Si bien es cierto que eran palabras usadas comúnmente, detrás de ellas, había un poder indiscutible. Con Jesús, no era solamente la palabra de su poder, sino también el poder de su Palabra. Los alguaciles recibieron la orden de prenderle de parte de una secta opositora llamada “Los Fariseos”. Pero los enviados, acostumbrados a aplicar malos tratos y cumplir exigencias duras con la gente, no pudieron dejar de admirar ante la palabra del Hijo de Dios, que hablaba como ningún otro. Su palabra les impactó. ¿Cómo eran las palabras del Señor Jesús? Abundan las citas de ellas en el Nuevo Testamento. Jesús tenía palabras agudas y penetrantes, que no solamente contenían la verdad, sino también escudriñaban hasta lo más profundo de los corazones y redargüían las conciencias, por más entenebrecidas que estuvieran.
Hubo un tiempo cuando no le agradaba a la gente lo dicho por Jesucristo, y “… entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿A quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” Juan 6:66-68. Por supuesto, la clave está en que Jesús era el Hijo de Dios. El mismo decía: “Las palabras que os he hablado son Espíritu y son Vida” Juan 6:63. Eran Palabras de Vida, pero de vida verdadera. Eran palabras capaces de dar vida al ser creídas y luego estas mismas palabras serían una fuente para fortalecer al individuo en su vida espiritual. Muchas personas, antes y después de Cristo, se han levantado para hablar, pretendiendo conmover a las multitudes con inspirado verbo y estentórea voz, pero nadie ha podido lograr lo que Cristo logró a través de su ministerio. Jesús está formando un pueblo propio, cuya ciudadanía está en los cielos. Este pueblo propio es su iglesia, una compañía de personas llamadas aparte para ocuparse de los intereses de Él. Cristo es la Cabeza de su Iglesia y para los miembros de ella, sus dichos eran y son “Palabras de Vida Eterna”. –DAJ
Lectura Diaria: | ||
Génesis 13:1-14:24 [leer]
|
/Job 16:1-17:16 [leer]
|
/Mateo 8:1-27 [leer]
|