Josué fue un hombre que recibió un encargo muy grande – conducir y establecer en una nueva tierra la nación de Israel. Fue una tarea enorme pero tuvo la promesa de parte de Jehová que sería ayudado. Lea acerca de aquella promesa.
“Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé”. Josué 1:5.

La emoción en el campamento de los Israelitas era palpitante. Después de cuarenta años dando vueltas en el desierto, el pueblo se halla al lado oriental del río Jordán. Al otro lado está la tierra, prometida a Abraham cuatro cientos treinta años antes, y la misma tierra que Jacob y sus hijos abandonaron cuando sufrían la aguda escasez de comida. Se fueron a Egipto donde José, el hijo de Jacob era el segundo señor de la tierra después de Faraón. Recibieron tierras en el sector de Gosén en Egipto, un área al sur del Mar Mediterráneo. Con el andar del tiempo, perdieron su calidad de favorecidos, cuando un nuevo Faraón ocupó el trono y las hazañas de José habían sido olvidadas. Con brazo extendido, Jehová los sacó de allí, prometiendo llevarlos de vuelta a su patria. Debían haber llegado dentro de un año, pero cuando tuvieron la oportunidad de entrar, por temor se negaron a avanzar y el castigo que Dios aplicó por su obstinación fue que ellos tuvieron que quedarse dando vueltas en el desierto hasta que muriesen los rebeldes de veinte años arriba.

Moisés les había conducido hasta este punto. Les entregó las instrucciones para establecerse como nación en su tierra y el libro de Deuteronomio es un compendio de las leyes que debían respetar. Debido a un lapsus en su propio comportamiento, Moisés perdió el privilegio de llevar al pueblo al otro lado del río, y su fiel ayudante Josué fue designado como su reemplazante. “Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel” Josué 1:2. La extensión de terreno que debían ocupar era grande, “Desde el desierto y el Líbano hasta el gran río Éufrates, toda la tierra de los heteos hasta el gran mar donde se pone el sol, será vuestro territorio.” v.4. Josué recibió la promesa de la compañía constante de Jehová que había de durar “todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé” v.5.

El pueblo seguramente está expectante, pues la triple noticia ha sido escuchada: 1. Moisés está muerto; 2. Josué le ha de reemplazar; 3. Vayan adelante para tomar posesión de la tierra prometida. Para ser un líder eficaz, y cumplir cabalmente con los deseos de Dios, Josué es exhortado, “esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas” v.7. En su boca y en su corazón debía estar el libro de la ley. “De día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito.” Al responder positivamente al encargo divino, la promesa por cumplir fue preciosa: “porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien” v.8. Sirve para animarnos a obedecer al Señor. –DAJ

Lectura Diaria:
2 Reyes 6:24-7:20 [leer]
/Jeremias 41-42:6 [leer]
/Hebreos 10:19-39 [leer]