Hay personas que piensan tener la autoridad para exigir a Dios que pruebe su existencia. ¿Acaso su petición tiene sentido cuando hay tanta evidencia a la vista?

 

“Por la gracia de Dios soy lo que soy.” 1 Corintios 15:10.

 

¿Alguien le ha dicho alguna vez a usted, “pruébeme que Dios existe”? Dios se presenta en la Biblia como El Eterno, el que ha existido siempre y no es necesario que Él ofrezca argumentos para convencer a los escépticos. Si usted pusiera su mano frente a sus ojos y exigiera que su cuerpo probara que la mano existe, sería ridículo. Así también es ilógico que una persona viviendo en este mundo, repleto de evidencias del poder creador de Dios, dijera, “pruébeme que Dios existe”. La evidencia que Dios existe está por todas partes, tanto en el mundo físico, como por el efecto en el ser humano en la parte espiritual. En el mundo físico, el sol, la luna, las montañas, el mar, el desierto, y todo cuánto haya, Dios ha dejado en evidencia que existe. Su poder creador es evidente. Por la parte espiritual, los cambios producidos en la vida de los que creen en el Hijo arrojan evidencia convincente de que Dios existe. Dios desea revelarse a través de los seres humanos que se relacionan con Él a través del Señor Jesús. Por ejemplo, considérese el caso del hombre borracho, ahora convertido en esposo cariñoso. O el caso de la mujer caprichosa cambiada en compañera llevadera, o un joven ladrón cambiado en empleado honrado. El evangelio afectó también a una señorita mentirosa cuyas palabras ahora son fidedignas. Estas personas presentan evidencias que Dios existe y que Él existe para hacer cambios en la vida de los seres humanos.

 

Muchas personas buscan algún significado en la vida para que sean tomadas en cuenta. Persiguen el sueño de tener sus nombres conocidos por el público como artista, deportista, inventor, o como autor de una hazaña memorable. Buscan todo eso sin tomar a Dios en cuenta. La mayoría de ellos no realizan su sueño. La prensa relata casos de personas que conocieron la fama por un tiempo y luego fracasaron. Algunos están en una clínica tratando de rehabilitarse después de haberse enviciado con alguna sustancia adictiva. Buscaron hallar la fama y la satisfacción sin relacionarse con Dios.

 

El destacado fariseo llamado Saulo de Tarso recibió un duro golpe cuando pensaba estar en el punto álgido de su vida política y religiosa. Botado al suelo en el camino a la ciudad de Damasco, escuchó una voz que le preguntaba por qué perseguía a Jesucristo. Tuvo que admitir cuán equivocado estaba. Pensaba que Jesucristo no existía como el resucitado y terminó diciendo, “Señor, ¿qué quieres que yo haga?” Años después Pablo escribió “Por la gracia de Dios soy lo que soy y su gracia no ha sido en vano para conmigo” 1 Corintios 15:10. La persona que ha reconocido que Dios existe y se ha acercado a él por medio del Señor Jesús reconoce que es la gracia de Dios que ha actuado en su vida y de esta forma demuestra que Dios existe. –daj

 

Lectura Diaria:
Números 7:1-89 [leer]
/Proverbios 4:1-27 [leer]
/Marcos 15:1-23 [leer]