Es saludable considerar las prácticas que permitimos en nuestras vidas y también en la iglesia donde nos congregamos. ¿Acaso las actividades sean del agrado del Señor? Lea de lo que piensa el Señor.

“El celo de tu casa me consume.” Salmo 69:9.

Es muy conocido el relato acerca del Señor Jesús cuando echó fuera del templo a los cambistas y a los vendedores de animales. Tal acto tiene hondo significado. Es como si Él dijera, “Basta, limpiemos este lugar para que esté en condiciones correctas para la celebración de la Pascua”. ¿Hay alguna enseñanza para nosotros en esto? ¿Hay algo que nos atañe en el día de hoy? Por supuesto que sí. Lo principal es que Dios es santo, y los lugares que le pertenecen deben reflejar su carácter. Hacer un negocio con las cosas santas es totalmente contrario a la gracia y la santidad de Dios. ¿No es cierto en algunos sectores la religión parece tener más interés en el peso que en el pecador? Hay muchas así llamadas iglesias que tienen sus ojos puestos en la colecta y no en el corazón. Por la actitud demostrada por el Señor Jesús en el templo, tales prácticas deben terminar para que la santidad de Dios sea ensalzada.

La lección principal es que ningún servicio religioso debe ser usado con fines monetarios. No hubo nada cruel ni injusto en las acciones del Salvador. Quiso establecer su santidad, su justicia, y su autoridad. Al ver la acción del Señor, sus discípulos se acordaron que está escrito: “El celo de tu casa me consume” Salmo 69:9. Este Salmo tiene muchas alusiones al Señor. Cristo es anunciado en diferentes partes del Salmo. Los discípulos interpretaron la acción del Señor Jesús como un celo intenso y unilateral, enfocado en el templo, recinto sagrado. Cristo quería que la adoración de Dios fuese pura, y sin ser mezclada con prácticas monetarias. La acción del Señor Jesús fue producto de un principio bíblico, anunciado de antemano en la Biblia, “el celo de tu casa me consume”. Esto fue lo que le llevó al Señor a actuar con denuedo, con decisión, y con fuerza. No le importaron las pérdidas que iban a sufrir los cambistas y los otros. El honor a Jehová fue más importante y si requería que las mesas fuesen volcadas y que los negociantes fueran echados, así sea.

La limpieza del templo tiene otra lección. La Biblia enseña que el cuerpo del creyente es templo del Espíritu Santo. Cuando una persona deposita su fe en Cristo, el Espíritu Santo viene a morar dentro de su ser. Cada cual podría preguntarse, si el Señor viniera a mí templo, ¿Qué cosas sacaría? ¿Cuáles serían las cosas que Él lanzaría para que no me ensucien o para que no me estorben? Hay otra lección. La iglesia local es llamada templo del Espíritu Santo. Si el Señor viniera a la iglesia donde Ud. asiste, ¿qué cosas echaría fuera? ¿Cuáles serían las prácticas que Él suspendería? ¿Cuántas mesas directivas serían volcadas? Hay creencias y prácticas que no tienen ninguna base bíblica. Pablo escribió a la iglesia en Corinto y les informó que por algunas de sus prácticas, no les alababa, “porque no os congregáis para lo mejor, sino para lo peor”. Se reunían como iglesia, invocaban el Nombre del Señor Jesús, y desarrollaban ciertas actividades pensando que Dios estaba con ellos. ¡Pero se equivocaron! De Juan el capítulo 2 aprendamos que el Señor viene a lo que es suyo y ejerciendo su autoridad echa fuera lo que le desagrada. Dejemos que Él ejerza su autoridad en nuestra vida. –DAJ

Lectura Diaria:
Éxodo 15:1-27 [leer]
/Salmos 51:1-19 [leer]
/Hechos 8:5-40 [leer]