El desinterés en el evangelio cunde. Antaño, ante nuestros esfuerzos por predicar el evangelio, había personas que asistían a las reuniones por lo menos para saber algo de la Biblia. El escenario ha cambiado en el mundo pero Dios no ha abdicado su trono. Está donde siempre ha estado y continúa contemplando a los seres humanos.

 

“Jehová está en su santo templo; Jehová tiene en el cielo su trono; Sus ojos ven, sus párpados examinan a los hijos de los hombres.” Salmo 11:4.

 

Durante una campaña evangelística, nos instalamos frente al local evangélico para repartir invitaciones y folletos usando una mesa con diferentes tipos de literatura. Por muchos años algunos de nosotros hemos usado algún método para acercarnos a nuestros prójimos para pasarles un tratado e invitarles a acompañarnos en nuestras reuniones. Antaño, la cordialidad y las buenas costumbres prevalecían, aún cuando las personas no tenían interés. Se excusaron con amabilidad. Pero la sociedad ha perdido mucha urbanidad y gentileza. Muchos de los que pasaban en la vereda eran jóvenes con sus oídos tapados con un audífono. En algunos casos, nos trataron como intrusos a su mundo y no tuvieron tiempo de considerar lo que ofrecíamos. Hacía innecesario explicar el contenido de la invitación pues tocábamos himnos, y el lugar de reunión estaba abierto con un diagrama a la vista con lectura bíblica. Sin embargo, algunos reaccionaron con brusquedad y descortesía. No hubo interés en las cosas de Dios.

 

Alguien ha dicho que la gente de hoy quiere escoger su religión como quien busca un barquillo con helados y ejerce su derecho de pedir el sabor que más le gusta. Y es como que alguien dijera, “no me gusta el tipo de evangelio que ustedes ofrecen.” Al final de la jornada, las palabras del Salmo 11 parecen describir el sentimiento del corazón, “Si fueren destruidos los fundamentos, ¿Qué ha de hacer el justo?” v.3. La sociedad que está acostumbrada a dejar a Dios fuera de sus consideraciones ha destruido los fundamentos. Los fundamentos como la reverencia, el amor a Dios, y la convicción de que Cristo Jesús es el Salvador están desaparecidos. “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido.” Romanos 1:21.

 

Nos preguntamos, ¿Cómo podemos presentar la verdad del evangelio cuando las líneas definidas entre la verdad y la ficción casi ya no existen? Miles siguen las comedias televisadas y lo que es pura ficción es tratada como una historia de verdad. Es nuestro deseo presentar el bálsamo de las palabras de Jesucristo a un mundo enfermo, lleno de sufrimiento y de angustia. Pero el paciente no quiere saber del remedio divino. Tratamos de hilvanar bajo la guía del Espíritu Santo las palabras del evangelio para que los pecadores pongan su fe en Cristo, pero las personas no toman tiempo para escuchar y continúan en incredulidad. El texto de cabecera nos anima, “Jehová está en su santo templo; Jehová tiene en el cielo su trono; Sus ojos ven, sus párpados examinan a los hijos de los hombres.” Salmo 11:4. Por eso, continuaremos invitando, entregando folletos y predicando el evangelio. –daj

Lectura Diaria:
Números 3:1-51 [leer]
/Salmos 148:1-150:6 [leer]
/Marcos 13:1-37 [leer]