“Y salió Jacob de Beerseba, y fue a Harán” (Génesis 28:10). En su huida de su hermano Esaú después de robar su primogenitura, Jacob arranca literalmente con lo puesto. Veamos los hitos que ocurren en su huida, y lo que podemos parender de ellos.

 

“Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento” Eclesiastés 12:1

Poca experiencia tiene este joven que ha vivido su vida cómodamente en las tiendas de su padre rico al cuidado de innumerables siervos y de su madre. Son dignos de destacar su resolución y coraje para afrontar un camino difícil e incierto. Sin embargo, también constatamos que en el comienzo de su aventura, Jacob sale para ir de un lugar a otro sin inquirir o preocuparse por la dirección de Dios. É arma su vida y decide su destino mirando sólo sus intereses. Había “obedecido a su padre y a su madre, y se había ido” (v. 7), lo cual siempre es bueno en la toma de decisiones, pero no consulta a Dios. Este es, en general, el principio de los problemas en la vida de una persona, sea creyente o no. Decidir por consideraciones propias, según de amigos, familiares, etc., sin tomar en cuenta a Dios.

En la Biblia hay personajes que nos ejemplifican las diferentes actitudes que podemos tomar en nuestras decisiones: un caso es David, de quien muchas veces leemos que consultaba a su Dios antes de emprender algo importante: “Entonces David consultó a Dios, diciendo: ¿Subiré contra los filisteos? ¿Los entregarás en mi mano? Y Jehová le dijo: Sube, porque yo los entregaré en tus manos” (1° Crónicas 14:10). ¡Qué tranquilizador para David y para cualquiera tener la certeza de actuar en cualquier cosa contando con la dirección y aprobación de Dios! Tenemos el caso de los que “no aprobaron tener en cuenta a Dios” en sus vidas (Romanos 1:28), los cuales constituyen la mayoría de los seres humanos del mundo actual. ¿La consecuencia? “Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen” y ahí tenemos como resultado todas las degeneraciones, desvaríos, errores, conflictos, etc., que asolan al ser humano. Otro personaje similar fue el rey Belsasar, confrontado por Daniel de parte de Dios en la última oportunidad de arrepentimiento que tuvo: “Contra el Señor del cielo te has ensoberbecido, e hiciste traer delante de ti los vasos de su casa, y tú y tus grandes, tus mujeres y tus concubinas, bebisteis vino en ellos; además de esto, diste alabanza a dioses de plata y oro, de bronce, de hierro, de madera y de piedra, que ni ven, ni oyen, ni saben; y al Dios en cuya mano está tu vida, y cuyos son todos tus caminos, nunca honraste”… “La misma noche fue muerto Belsasar rey de los caldeos” (Daniel 5:23, 30).

Es muy instructivo para nosotros estudiar las etapas en la vida de este hombre que se evidencian desde que deja la morada de sus padres y se hace independiente. Nos enseña y vuelve a confirmar que desestimar a Dios en la vida es fatal pues el hombre no prosperará verdaderamente. Sería terrible encontrarse en la eternidad y escuchar la acusación “Te has olvidado de Dios tu creador” (Deuteronomio 32:18) ¿Ha hecho el lector su vida sin tomar en cuenta a Dios? Reconózcale hoy, busque su rostro con fe. Conviértase a él y reciba la salvación confiando en el Señor Jesucristo. —rc

 

Lectura Diaria:
2 Reyes 11-12 [leer]
/Jeremias 48 [leer]
/Hebreos 12:18-13:6 [leer]