“Y soñó: y he aquí una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella. Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella”. Génesis 28:12-13

Jacob va haciendo su vida a su manera hasta que llega a “un cierto lugar”, donde decide dormir tomando de lo que el entorno le ofrece, piedras. Hasta aquí nada parece vencer la autodeterminación de este hombre. Lo que quiere lo consigue, más o menos, pero lo consigue al fin. Sin embargo, Dios tenía otros planes para él, así como también tiene otros planes para la vida del lector si este ha estado llevando subida lejos y aparte de Dios.

La extraordinaria visión de Jacob significó para él el darse cuenta de la presencia de Dios, pero no de una manera vaga o ambigua sino darse cuenta de la presencia real del Dios eterno frente a él. ¿Se ha dado cuenta usted de la presencia de Dios? Por un momento, si acaso, ¿ha tenido usted conciencia de la presencia del Dios santo, eterno, y justo, que le conoce, que le dio la vida, y que le juzgará? (recordemos que en 2 Timoteo 4:1 la Biblia dice que el Señor Jesucristo “juzgará a los vivos y a los muertos”). Dios escogió presentarse de esa manera particular a este hombre Jacob. En este tiempo actual se nos presenta a todos los seres humanos por medio de su Hijo Jesucristo (Hebreos 1:1). Más aun, el mismo Señor Jesús en el Nuevo Testamento da a entender indirectamente que la visión de Jacob en realidad correspondía a una visión de él mismo cuando dice a Natanael: “De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre” (Juan 1:51).

¿Ha visto el lector a Jesús? En ese tiempo antiguo la escalera fue la visión que Jacob necesitaba para percibir que estaba frente al Dios vivo, mas en este tiempo el Señor mismo se le presenta directamente. Si aún no le ha visto se lo presentamos: el Hijo de Dios, enviado del cielo por el Padre murió por nuestros pecados en la cruz del Calvario. Él se adjudicó los pecados que nos separaban y nos separan de Dios como suyos para sufrir la muerte por nosotros merecida y así la justicia de Dios fue satisfecha. Ahora, el mismo Dios santo puede manifestar su amor otorgando la salvación y la vida eterna a todo aquel que cree en él, por la fe y sólo por la fe en Cristo y en su obra vicaria (Juan 3:16, 1 Corintios 15:3-4). La visión del Dios todopoderoso impactó a Jacob como lo veremos más adelante. La visión del Dios eterno estremeció a Isaías haciéndole exclamar “¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo… han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos” (Isaías 6:1-5). Pedro el discípulo, ante la evidencia de estar frente al mismísimo Dios “cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador” (Lucas 5:8). ¿Y qué hay del lector? Jacob es detenido en su vida autosuficiente e independiente por una visión real y determinante del Dios vivo y su vida cambiará para siempre. Que el Señor permita que el lector vea al Hijo de Dios y transforme su vida. rc

(continúa)

 

Lectura Diaria:
2 Reyes 14:23-15:30 [leer]
/Jeremias 50:1-20 [leer]
/Tito 1-2:8 [leer]